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Romance de las fatigas que pasó un opositor

para aprobar la oposición... como todo el mundo.

(Dedicado al vate de los pareados y al sufrido cuerpo

de opositores, para que no se desanimen) 

 

   Hace muchos, muchos años,

concluida aquella etapa

de estudiar una carrera

y de servir a la patria,

quien estas líneas escribe

y peina abundantes canas

era un joven sonriente,

que una alegre mañana

pegó el culo a una silla

y con brío y buena cara

empezó a pasar las hojas

de un maldito programa.

   Fueron pasando los días,

fueron pasando semanas

y aquel alegre joven

empezó a perder la calma,

pues vio con inquietud

y con no poca alarma

que lo que hoy aprendía

mañana lo olvidaba.

   La cabeza le dolía,

los oídos le zumbaban,

no dormía por la noche

y de día bostezaba,

y, entre tanto, aquellos temas

por su mente resbalaban.

   “¿Será posible, Dios mío,

-quien esto escribe pensaba-

que, equivocando el camino,

haya metido la pata

y esto no sea para mí,

pues la memoria me falla?”

  La angustia le corroía

y sus fuerzas flaqueaban,

pues iban pasando los años

y no adelantaba nada.

   En la provincia vecina

su novia, que era una santa,

le animaba por correo

mandando cartas y cartas,

mientras que al pie de la Virgen

con mucho fervor rezaba.

   Pasados más de tres años

comenzó una nueva etapa

y se hizo el milagro

que el estudiante anhelaba,

pues vio con no poco asombro

que todo lo recordaba,

desde el código de Eurico

a lo que la ley manda

cuando, muerto el marido,

la viuda está preñada.

   “¡Echarme censos, decía,

y las leyes de Vizcaya,

usufructos vitalicios

y derechos de pernada!

¡Ya no me asustan las leyes,

ni aún la hipotecaria!

¡Esto está más que vencido,

como la letra cambiaria!”

   Aquí el romance termina,

aquí la historia se acaba,

pues no es preciso añadir,

para no hacerla más pesada,

los detalles ocurridos

hasta la feliz jornada

del lejano año setenta

en que el vate que os habla,

como en un parte de guerra,

pudo decir a su amada:

“Vete comprando un vestido

con una cola muy larga.

Se acabó la oposición:

ganóse y bien ganada”.

 

Visita nº  desde el 29 de noviembre de 2004

 

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