Laudatio de Joaquín Zejalbo Martín, por Inmaculada Espiñeira Soto

DISCURSO DE ENTREGA DEL PREMIO NOTARIOS Y REGISTRADORES 2018, CONCEDIDO A JOAQUÍN ZEJALBO MARTIN, A TÍTULO PÓSTUMO.

 

INMACULADA ESPIÑEIRA SOTO

PRESIDENTA DEL COMITÉ DEL PREMIO 

 

Ilmo. Sr. Director General de los Registros y del Notariado y compañero, Don Javier Gómez Gálligo; ilustres representantes del Colegio de Abogados de Lucena; familiares de Joaquín, sus hermanos Elisa y Enrique Zejalbo Martín, que se encuentran con nosotros; su compañero de profesión y amigo, Emilio García Peña; miembros de la familia de notariosyregistradores.com,

Buenas noches,

En el preciso instante que nuestro coordinador, Félix, me dio la noticia del resultado de las votaciones en virtud del cual el equipo de redacción de la Web otorgaba a nuestro compañero y amigo, Joaquín Zejalbo, el premio NOTARIOS y REGISTRADORES en su VI edición, de forma concluyente y sin necesidad de ulterior votación, sentí una profunda emoción y orgullo.

Desde ese día, son muchos los momentos en los que he cerrado los ojos evocando espacios compartidos y conversaciones mantenidas con él; sus ojos vivaces, su franca sonrisa y su voz templada con innegable acento andaluz permanecen en mi memoria; he revisado alguno de los trabajos que en su día llamaron mi atención y he repasado los innumerables mensajes, correos y notas que las personas que lo conocían  admiraban  y querían, nos hicieron llegar.

Joaquín era un andaluz universal; los apellidos de sus abuelos ponen de relieve la diversa procedencia de su familia: Zejalbo, apellido asentado en Andalucía desde hace siglos, primero en la provincia de Jaén y después en Cabra, provincia de Córdoba. Martín, de la Tierra de Campos, entre Valladolid y Palencia. Escofet, de origen catalán; Ordovás de ascendencia aragonesa-valenciana; a éstos, añadiremos el de sus abuelas: Larriva, de la Sierra de Cameros, entre Soria y La Rioja y Llinás, de origen valenciano.

Por el ánimo infatigable y vitalidad que le caracterizaba, percibimos que nació y vivió en villas de Luz (Huelva, Sevilla, Utrera, Cabra, Málaga, Lucena)

Por el ánimo infatigable y vitalidad que le caracterizaba, percibimos que nació y vivió en villas de Luz (Huelva, Sevilla, Utrera, Cabra, Málaga, Lucena): nace en Huelva (6/11/1956), donde estudia la Enseñanza Primaria en el Colegio Marista y tras el traslado de su familia a Sevilla, estudia los seis años de Bachillerato como en el Colegio Salesiano de Utrera; transcurrían sus veranos en Málaga y de su padre trae origen el vínculo con la ciudad de Cabra.

Terminado el Bachillerato y tras cursar el COU en el Colegio de Santa Ana de Sevilla, se matriculó en la Facultad de Derecho de esta ciudad cuando muchos de los que le conocían suponían que estudiaría Historia.

Comenzó la carrera en enero de 1974 que finalizó en 1978, optando por la especialidad de Derecho Público; terminada ésta y ante las opciones que se le daban, inició la preparación de Notarías, en la que invirtió cinco años.

Ingresó en el Notariado en la oposición de 1984, celebrada en Burgos. Su primer destino fue la notaría de Benigánim, en el Valle de Albaida, al sur de la provincia de Valencia (otra ciudad de Luz) y como no podía ser de otra forma, dado su talante, guardó buen recuerdo de su estancia en la Comunidad Valenciana, estableciendo vínculos de amistad que han perdurado, visitando su capital, regularmente. Concursó en 1987, pasando a desempeñar la función notarial en Montilla (Córdoba), en donde fue nombrado notario archivero; esto cargo, posiblemente, acrecentó su inclinación por la paleografía; la historiadora Lourdes Pérez Moral en un artículo del rotativo “Cabra Información» de fecha 31 de mayo de 2017, habla precisamente de su cuidada formación paleográfica, disciplina que agrada a personas pacientes y rigurosas.     

Su último destino, desde 1996, fue la ciudad de Lucena, también en la provincia de Córdoba, siendo nombrado, igualmente, Notario Archivero. Allí formó despacho con su compañero y amigo Emilio García Peña.

Joaquín no solo se interesó por el Derecho, se inició pronto en la lectura de la mano de su padre Don Joaquín, decantándose por la Historia y por la Genealogía.

Era académico correspondiente en Córdoba de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; esta afición hizo que visitase con asiduidad multitud de archivos, repartidos por toda España. Ha realizado investigaciones históricas y participado en congresos científicos, destacando en el estudio de los aspectos sociales y económicos de la España del antiguo régimen; también ha investigado y publicado sobre el entorno familiar y social del novelista egabrense Juan Valera y la influencia de dicho entorno en su obra (“Los orígenes egabrenses de don Juan Valera“, Ayuntamiento de Cabra y Exma. Diputación Provincial de Córdoba, 1.991).

Asistía a los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, siendo sus preferidos los Festivales de Santander en el Palacio de La Magdalena y colaboró con artículos en la desaparecida edición impresa de “Cabra Información” diario egabrense, en suma, un hombre inquieto y humanista.

 Al contemplar imágenes de estas villas con luz, a las que Joaquín se hallaba vinculado atrajo mi atención la Fuente del Río en la muy Ilustre y Leal ciudad de Cabra, rincón que aviva el ánimo, agudiza la inteligencia e invita a la reflexión y posiblemente todas estas villas de luz han contribuido a forjar su talante alegre; al igual que el escritor egabrense, Juan Varela, Joaquín era un incansable e inquieto intelectual, buscaba el conocimiento, lo acopiaba y recopilaba para que no se difuminase y lo transmitía y compartía con generosidad.

No podemos diferenciar en Joaquín su faceta humana y profesional, de la misma manera que él no diferenciaba tampoco las distintas ramas del Derecho que consideraba formaban parte de un “todo”. Su personalidad, perfeccionista e independiente, se refleja en sus obras y éstas exhiben a sus lectores su forma de entender la vida.

Joaquín era un hombre con formación enciclopédica, un civilista y fiscalista expansivo, a modo de ola marina que en su movimiento de retroceso después que ha llegado a la orilla se lleva consigo (arrastra) distintos elementos y recursos, Joaquín con una concepción integradora fue recopilando y compartiendo con su entorno, durante años, resoluciones de la Dirección General de Tributos y sentencias de diversa jerarquía sin abandonar el derecho privado pues abrazarlo todo iba en consonancia con su vocación universal, todo conocimiento atraía su espíritu inquieto.

Un buen día- nos cuenta Félix, al compendiar su biografía- dio un paso más, tengo que añadir para fortuna de todos los que nos encontramos aquí y para el resto de espíritus inquietos y sufridos contribuyentes; en el mes de enero del año 2006 se incorpora al equipo de redacción de Notarios y Registradores y comenzó a exponer en público la labor que realizaba en privado, haciéndose cargo de la Sección de Fiscal de la página web. Sus informes mensuales, exhaustivos, se caracterizaban por su amplio ámbito objetivo, en ellos encontramos sentencias del Tribunal Supremo, del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y de los Tribunales Superiores de Justicia; junto a las resoluciones de la Dirección General de Tributos, las del Tribunal Económico Administrativo Central y algunas autonómicas y doctrina y múltiple bibliografía, siempre analizando con especial profundidad todo lo relacionado con los impuestos cercanos a nuestra función, notarial y registral.

La lealtad es una extraordinaria cualidad en extinción y también podemos decir rotundamente que Joaquín era fiel a sus propios principios, respetaba la palabra dada y sus compromisos

Se ha dicho de él, que era un hombre bueno, Víctor Garrido de Palma, en su nota habla de hombre bueno en el sentido machadiano del término, “era- por tanto,- en el buen sentido de la palabra, bueno” como canta el poeta Don Antonio; hombre honesto es otro adjetivo utilizado por muchos compañeros, palabra hermosa y sí, Joaquín era un hombre de recto proceder; hombre leal, es otro de los vocablos empleados para definirlo; la lealtad es una extraordinaria cualidad en extinción y también podemos decir rotundamente que Joaquín era fiel a sus propios principios, respetaba la palabra dada y sus compromisos; de hecho, su compañero Emilio en su entrañable carta, nos revela que Joaquín con mucha frecuencia se remitía a sus principios como paradigma de su paso por la vida

He reflexionado acerca de lo que, particularmente, me cautivaba de la personalidad de Joaquín; su “espíritu aventurero” es una de las facetas que más admiro de él, porque no sólo es aventurero el hombre que recorre tierras inhóspitas también lo es el hombre o mujer que explora buscando el conocimiento y por lo que atañe a su colaboración en la página, buscaba certezas o casi certezas jurídicas; su hermano Enrique Zejalbo nos señala que “era un hombre para el que la duda suponía un reto al que se debía”. Se adentraba en el bosque del conocimiento del Derecho con avidez y pertrechado de libros, recortes de revistas, legajos y fotocopias a las que iba sumando otras tantas que encontraba pero, a diferencia de otros exploradores del saber que con la mente puesta en un objetivo predeterminado caminan meditabundos, ensimismados y con gesto grave, Joaquín lo hacía tranquilo y de forma discreta, recreándose en el entorno y si, por azar o por agudeza, más por lo segundo que por lo primero, hallaba algún tesoro jurídico que sabía era de interés para un compañero de página se lo transmitía veloz, enviando correos de este tipo: “Buscando información para completar el informe de este mes, he encontrado un trabajo sobre tal materia y de tal autor que puede interesarte; te remito las fuentes” y los que estábamos perezosos, aletargados como plantas que esperan mejores estaciones, despertábamos: “apúrate y ponte en marcha- decía nuestra conciencia- que Joaquín lleva mucho tiempo despierto”.

Su inquietud era un virus contagioso; sus trabajos transmitían, de igual modo, interés por el conocimiento; con el objeto de fijar en mi mente y abarcarlos en toda su exhaustividad, imprimía muchos de ellos y los subrayaba con rotuladores de distinto color y al releerlos descubría matices nuevos que me invitaban al estudio, una sentencia, una opinión doctrinal, una nota bibliográfica que en sus trabajos se prodigaban, empujaban al lector a adentrarse con él en el bosque, contagiado por su inquietud intelectual y por su sed de conocimiento.   

Particularmente, eran de mi agrado aquellos estudios en que engarzaba derecho fiscal y civil (la atribución de privatividad de un bien ganancial, la fianza y la muerte del fiador, la tributación de aportaciones y adjudicaciones en la liquidación de la sociedad conyugal, entre otros,)

Su “independencia de criterio” era otro de los rasgos de Joaquín que admiraba, sus diversos trabajos sobre la distribución de los gastos e impuestos en préstamos hipotecarios y, en particular, su estudio sobre el sujeto pasivo de AJD en los préstamos hipotecarios es buena prueba de ello, en él sostiene un criterio al que llega tras un ponderado estudio tomando en consideración posicionamientos contrarios y con independencia de si las conclusiones son más o menos populares, buscaba la certeza.

Quiero destacar su humildad, la humildad de los hombres doctos, cualidad agradable para el entorno y herramienta idónea para alcanzar sabiduría pues el humilde se pregunta y pregunta.

Y por último quiero destacar su humildad, la humildad de los hombres doctos, cualidad agradable para el entorno y herramienta idónea para alcanzar sabiduría pues el humilde se pregunta y pregunta.

Quiero terminar, poniendo de relieve la educación recibida por Joaquín de sus padres y la habilidad de éstos para transmitirle inquietud por saber, tarea que no es sencilla; el papel de sus hermanos por todo lo que representan pues no hay persona adulta que no vuelva la vista a su infancia y no esboce una sonrisa al recordar a sus primeros compañeros de juegos: los hermanos, y la amistad de Emilio su compañero de despacho, compartió con él, las alegrías y desvelos de la profesión notarial en los momentos actuales, a veces difíciles, donde hay escasez de referentes y se volatilizan los valores.

Y gracias a ti, querido Joaquín, por todo.

¡NUNCA TE OLVIDÁREMOS!

VÍDEO CON SU INTERVENCIÓN:

JOAQUÍN ZEJALBO, PREMIO NOTARIOS Y REGISTRADORES 2018

XI CONVENCIÓN DE LA WEB

 

Un pensamiento en “Laudatio de Joaquín Zejalbo Martín, por Inmaculada Espiñeira Soto

  1. Admin Autor

    Estimada Presidenta,
    sirva la presente para manifestarle mi más sincero agradecimiento por el reconocimiento, a título póstumo, del Premio Notarios y Registradores 2018 a don Joaquín Zejalbo Martín.
    Al margen del ejercicio de su noble oficio, dudo mucho que haya existido un “intruso” más ligado y consagrado a la historia, en particular la egabrense, con plena y desinteresada dedicación. En realidad, Joaquín era de los pocos que conocía la riqueza que ocultaban y ocultan los “papeles viejos”.
    Todavía hoy no sé qué admirar del amigo que un día marchó: si su calidad de poner a disposición cuanto sabía, si su condición de ciudadano libre e independiente, si su plácida rebeldía contra la aburrida corte de analfabetos funcionales o un verso de Santillana que hizo suyo: “sea otro quien lleve la corona de laurel”.
    Atentamente,
    Lourdes Pérez Moral

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