Laudatio de Juan José Rivas Martínez, por Inmaculada Espiñeira Soto

LAUDATIO DE JUAN JOSÉ RIVAS MARTÍNEZ CON OCASIÓN DE LA ENTREGA DEL PREMIO NOTARIOS Y REGISTRADORES 2019 

 

INMACULADA ESPIÑEIRA SOTO

PRESIDENTA DEL COMITÉ DEL PREMIO 

 

Quiero dar la bienvenida a Juan José Rivas, a quien agradecemos que haya aceptado el premio, a su familia, a sus muchos amigos y compañeros aquí presentes, entre ellos, a su preparador Carlos Huidobro, a todos los compañeros premiados en anteriores ediciones, especialmente a Carmen de Grado que nos acompaña, a los catedráticos de Derecho Civil, Álvaro Nuñez y Pedro A. Munar, que están con nosotros y que junto con otros doctos son artífices de la Revista de Derecho Civil y a los compañeros del equipo de redacción de la página web notarios y registradores,

Buenas noches,

Con motivo de la concesión a Juan José Rivas Martínez del Premio Notarios y Registradores en su VII edición, recordé una Sentencia de la AP de Pontevedra de 12 de febrero de 2015, resolución número 54/2015, que se apoya en la doctrina de RIVAS MARTINEZ, al que cita expresamente para resolver el siguiente supuesto: en un testamento una persona instituye única heredera a otra y sustituía a la heredera por sus descendientes para el solo caso de premoriencia. Causante y heredera fallecen simultáneamente en un mismo accidente.

 La sentencia de instancia sostenía que al no preverse en la sustitución expresamente la conmoriencia sino solo la premoriencia, no debían entrar como herederos los sustitutos y debía abrirse la sucesión intestada.

La Sala, revoca la sentencia de instancia y considera que el supuesto de conmoriencia es el mismo de premoriencia a los efectos de la sustitución, se apoya, entre otras, en la doctrina de RIVAS MARTINEZ al que cita expresamente. “Para RIVAS MARTÍNEZ, en el caso de conmoriencia entre el testador y el sustituido, si la cláusula testamentaria no comprende todos los casos en que puede nombrarse un sustituto, o previéndose solo la premoriencia, tendrá lugar la sustitución a favor del sustituto vulgar y ello, porque el heredero sustituido no puede llegar a ser heredero por no sobrevivir al momento de la apertura de la sucesión, solución que se desprende -a juicio del autor-, con toda claridad del artículo 33 del Código Civil español”.

Al reflexionar sobre esta noche y sobre el premio que en representación de la familia que componemos la página web notariosyregistradores.com, iba a entregarle, llegué a la conclusión de que una de las razones por las cuales nos sentimos halagados de hacer entrega de este premio a Juan José Rivas, es por la claridad y sencillez con la que afronta en sus trabajos la resolución de cuestiones jurídicas que afectan al ciudadano en su vida diaria.

Hace ya muchos años que llegó a mis manos un libro de tapas granates con letras doradas, titulado “Derecho de Sucesiones Común y Foral”, dividido en varios volúmenes; su autor, Juan José Rivas Martínez, notario y registrador, respondía preguntas y resolvía problemas que inquietaban e inquietan a los profesionales que vivimos el Derecho, algunos de ellos, temas clásicos, que todo jurista se ha planteado o se planteará en algún momento de su trayectoria profesional.

Desde entonces, este libro, en unión de otros, me acompaña en mi quehacer diario; está escrito por una persona que ejercita el Derecho como de inmediato percibe el lector; sorprendentemente, resuelve el autor- nuestro homenajeado- temas sucesorios complejos de forma sencilla con lenguaje claro y preciso como debe expresarse un notario al redactar una escritura.

El propio Antonio Ipiéns Llorca (Premio Notarios y Registradores en su I Edición) al que le hizo llegar diez temas antes de comenzar la elaboración del Libro, habló de la claridad extrema que destilaban.

Solamente por su obra cumbre, su tratado de Sucesiones y por el resto de sus escritos y por su labor como notario y registrador a pié de calle, merecería este premio sin más logros añadidos pero otras facetas de nuestro homenajeado son igual de admirables…

Probablemente, la claridad en la redacción de sus escritos se ha visto favorecida e impulsada por su entorno familiar. Juan José nace en Madrid el 22 de junio de 1941 en el seno de una familia de botánicos, su abuelo, su padre y su hermano Salvador fueron catedráticos de esa disciplina en la Universidad Complutense, hasta el punto de que se ha dicho- nos recuerda José Félix Merino en su apunte bibliográfico- que la botánica en España durante el siglo XX no puede ser entendida sin la familia Rivas; crecer, madurar con mentes científicas propicia la luminosidad y esquematización de ideas.

Se educa en Madrid y cursa sus estudios en la Universidad Complutense, entre 1958 y 1963. Tuvo como mentores renombrados catedráticos. Entre ellos, Ursicino Álvarez y Juan Iglesias en Derecho Romano; García Gallo, en Historia del Derecho; Federico de Castro en Civil y a Garrigues en Mercantil, o Guasp en Procesal. Guarda un especial cariño a Nicolás Pérez Serrano, que impartía Derecho Político.

Aprueba registros en 1968 y al año siguiente, 1969, notarias y he aquí otra de las varias razones para rendirle este homenaje, Juan José alternó sus destinos, concursó a veces como notario y otras como registrador y ha sabido conjugar ambas funciones.

 Comenzó su andadura profesional en el Registro de BELMONTE DE MIRANDA, en el centro de Asturias, y luego en SEPULVEDA -RIAZA (Segovia), éstos servidos por un mismo registrador.

 Su primera notaría estuvo en COGOLLUDO (GUADALAJARA) y a los pocos meses se trasladó a PUERTO DEL ROSARIO, en la isla de Fuerteventura.

Su hija Amanay (nuestra compañera) tiene nombre majorero.

Años después, sea por su afán de conocimientos o por superación profesional, se presentó de nuevo a las Oposiciones Libres y volvió a sufrir ante el Tribunal, la hora y media que duraba, entonces, el primer ejercicio. Obtuvo una calificación suficiente para obtener notaría de primera, lo que le permitió concursar a la plaza de GETAFE, donde permaneció durante 16 años, entre 1979 y 1995, contribuyendo al nacimiento de una etapa de oro del notariado en el cinturón sur de Madrid, acompañado de figuras tan destacadas como JOSE MANUEL GARCÍA COLLANTES, PEPE ORDOÑEZ O o MARTÍN GANCEDO. Cuando, al final concursó, Pepe Ordóñez dijo de él en su partida “Hito se va. El Sur ha perdido el Norte”.

 También fue notario de Madrid capital, a partir de 1995. Sin embargo, la parte final de su actividad la desarrolló como registrador, primero en NAVALCARNERO (MADRID) luego en ARONA-LOS CRISTIANOS (TENERIFE), en DOS HERMANAS (SEVILLA) en plena cuenca del Guadalquivir, y, finalmente, en RIVAS-VACIAMADRID.

Recuerdo que durante mi estancia en Tenerife acudí a una conferencia que impartió sobre el artículo 831 del CC, conferencia estructurada y amena; su criterio, sobre algunas de las cuestiones que este artículo suscita, ha sido asumido también por diversos pronunciamientos de tribunales, entre ellos, por la SAP de Madrid numero 461/2015 de 12/02/2015.

El ejercicio secuencial y continuado de ambas profesiones ha favorecido su visión global del Derecho Privado.

En todas sus obras, sean extensas o sean artículos sobre materias concretas, trasluce el profundo convencimiento que tiene sobre el valor inherente de ambas profesiones.

Juan José es un hombre polifacético, familiar y viajero, amante de la naturaleza y deportista, distinguido jurista, un hombre renacentista, en suma. 

 Nuestro premiado en su artículo, “La doble venta a la luz de las nuevas sentencias del Tribunal Supremo”, revista número 27 de los Registradores de Madrid, trata sobre la eficacia de la inscripción; en una tarde-noche mágica como ésta, recordamos fragmentos:

 “La inscripción que se realiza en el Registro de la Propiedad no tiene virtudes…. mágicas de convertir en válido lo que en la realidad es nulo… Pero la inscripción a través de sus efectos legitimadores otorga al titular inscrito un poder extraordinario de disposición para transmitir válidamente el derecho inscrito, cumpliéndose determinados requisitos en el adquirente”.

Estas claras palabras del autor ponen de relieve la importancia de que el acto o negocio jurídico surja al tráfico jurídico bien cimentado desde sus fases previas; cuanto mayor sea la eficacia ofensiva de la inscripción, mayor debe ser la calidad jurídica de los títulos que acceden a los registros.

Solamente por su obra cumbre, su tratado de Sucesiones y por el resto de sus escritos y por su labor como notario y registrador a pié de calle, merecería este premio sin más logros añadidos pero otras facetas de nuestro homenajeado son igual de admirables.

Su labor docente. Decía Baltasar Gracián en su obra “El Arte de la prudencia” que “un hombre sin conocimientos es un mundo a oscuras” y nuestro premiado- notario y registrador con experiencia indubitada en el desempeño de ambas funciones- fue adquiriendo conocimientos, madurez profesional y estas habilidades no las guardó para sí, sino que las transmitió a otros; formó a otros letrados y al personal de sus distintos despachos.

 Durante alrededor de 20 años impartió el Máster para el Acceso a la Abogacía en la sede del Colegio de Abogados de Madrid. Impartió Derecho Inmobiliario en la Universidad Carlos III y también ejerció como profesor auxiliar de prácticas en la Universidad Complutense bajo la batuta del catedrático M. Albaladejo. 

 Fue preparador de opositores a notarías y registros. De hecho, alrededor de veinticinco profesionales de ambos cuerpos han pasado por su disciplina y magisterio. Su sistema era el de estudio y acumulación: quince nuevos y repaso. Otros quince nuevos y, luego, repaso de los treinta. Y así sucesivamente hasta dominar todo el programa.

 Desarrolló trabajos corporativos de forma desinteresada y fue presidente de un Tribunal de oposiciones a Notarías en el año 1998, tras su experiencia con anterioridad, como secretario en el Tribunal de las oposiciones de 1990.

Su visión global e integradora.- Traslado sus conocimientos y experiencia, tejiendo lazos de confraternidad con países hermanos.

 Son muchos los países de la América Hispana que ha visitado, sobre todo por motivos docentes o como ponente de congresos: Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, México… con todos tiene fuertes vínculos y de todos ellos guarda gran recuerdo pero es Cuba el que lleva en el corazón con más hondura, país del que ha recibido numerosos premios y reconocimientos públicos, entre ellos, la medalla por el 280 aniversario de la Universidad de La Habana, solo en posesión de tres personas.

Un hombre polifacético, familiar y viajero, amante de la naturaleza y deportista, distinguido jurista, un hombre renacentista, en suma, como nuestro homenajeado, también precisa para acrecentar sus cualidades y habilidades de personas en su entorno que le apoyen por ello quiero agradecer a María Ángeles, su esposa, que le haya acompañado en su trayectoria personal y profesional, guapa mujer, también de mente científica, licenciada en ciencias físicas y magnífica matemática y dar las gracias, igualmente, a sus tres hijos, Amanay, Juan José y Gonzalo; especialmente a su hija, Amanay, nuestra compañera, notaria, que sigue la senda de su padre y se asoma ya como jurista con rigor.

Feliz y mágica noche a todos.

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