Cayetana Guillén Cuervo: el ultimo tren.

   Cayetana Guillén Cuervo: (13-junio-1959, hija de los actores Fernando Guillén y Gemma Cuervo) es actriz, periodista y presentadora de televisión Sus inicios profesionales se sitúan en la segunda mitad de la década de 1980, tanto en el ámbito de la televisión como del teatro. En la pequeña pantalla debuta en 1986 con un pequeño papel de reparto en la serie “Segunda Enseñanza” y se sube por primera vez a un escenario profesional un año más tarde en el madrileño teatro Alcázar para representar Coqueluche, de Roberto Romero. En los siguientes años compagina su actividad teatral con apariciones esporádicas en televisión, debutando finalmente en el cine en 1989 a las órdenes de Imanol Uribe en La Luna Negra. En 1998 se estrena en su faceta de presentadora de televisión, labor que mantendría ininterrumpidamente, al menos los siguientes 15 años, siempre en la cadena La 2, de Televisión Española. Desde la segunda mitad de la década de 2000 es, además, columnista del diario El Mundo. En dicho Diario y en fecha 3 de enero de 2015, publica un pequeño artículo titulado “EL ÚLTIMO TREN” en el que, apoyada en la tristeza que le produce la muerte del llorado dibujante “Máximo”, hace un pequeño enfoque sobre la vejez y las residencias de tercera edad, centrándose en torno a una palabra “el desamparo” de nuestros mayores.

  Uno que ya va quemando etapas y ve como nuestros mayores se han ido y nos acercamos a este último tren que nos aguarda, tenemos, sin embargo, la suerte de poder comparar las diversas etapas de nuestra vida y de Nuestro País. Me remonto aquí a los años 60 donde, prácticamente, no existía la actual Seguridad Social y donde nuestro inmediato remedio eran aquellas “Casas de Socorro” o de primeros auxilios. También quiero recordar que la “familia” como tal era algo mucho más amplio de lo que es hoy. Es verdad que, en general, la mujer no trabajaba fuera de casa, pero también lo es que toda la familia, formada por tres generaciones (abuelos-hijos-nietos) funcionaba como una gran máquina de ayuda mutua. Mi gran recuerdo es la fallecimiento de mi padre (los tres últimos “encamado” como se dice ahora) rodeado de toda su familia y al que todos sin excepción, en especial, esposa y hermanos estuvieron cuidando, en su casa,  hasta su muerte. De algo de todo esto trata el artículo de Cayetana Guillém.

  “La muerte de Máximo (el Dibujante) me ha trasladado a rincones reconocidos, donde el dolor se expande como una onda de energía brutal… El desamparo… Máximo… con sus dibujos, supo dar otro punto de vista de las cosas. Y eso tan valioso que es el talento, y que tanto nos ayuda a sobrevivir, sobrevuela las conciencias de los seres humanos dispuestos a sonreír, a pesar de todo. Se nos van yendo. Se nos va una generación que es mucho más que un referente. Porque ha sido, sencillamente, nuestra manera de vivir. Y dudo que nuestras aptitudes supongan un relevo de la misma categoría. Hace pocas semanas, rodando un exterior de la serie***. crucé, en plena hora de la cena, por el comedor de una residencia de ancianos. Se trataba de llegar a coger un ascensor, así que di la vuelta y anduve despacio por aquel pasillo, entre las mesas, sujetando mi ritmo hasta acercarlo al suyo y tratando de comprender, de entender el sentido de la vejez. Ellos no me miraban. Porque ni siquiera me veían. Inmersos en una rutina de analgésicos, antiinflamatorios, paseos, algo de higiene y algunos alimentos, pasaban sus horas como si no fueran las mismas. El tiempo, digo, es otro. Ya es otro. Porque las ilusiones, las metas, los afectos, en un cuerpo que te responde y reconoces, tiene el mismísimo valor de la vida. Pero sí, el cuerpo es otro, y los demás son otros, y tú eres un desconocido, que arrastra como puede su dependencia y su fragilidad entre los que ahora deciden por ti. Te vas dejando tus recuerdos por los pasillos, mientras cruzas, poco a poco, al otro lado del espejo. Porque la imagen que éste te devuelve es tan distinta a la tuya, que no llegas a acostumbrarte. Es una realidad tan lejana, y a la vez tan nuestra, tan cercana, que debe enloquecer. ¿Cómo explicar quién eres? ¿Cómo transmitir lo que quieres? ¿Y a quién? Tres de enero. De un año nuevo que comienza lleno de esperanza, de ganas de sentirnos mejor, de sentirnos bien. Porque, si la vida es ese viaje en tren en el que van quedando asientos vacíos, los que seguimos, debemos asumir la responsabilidad de cuidar a los que nos cuidaron. De hacerles sonreír. De que tengan siempre a alguien a quien poder mentir.”

ALGO + QUE DERECHO

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