Políticos actuales versus Políticos de la Transición

¿SON “MÁS EJEMPLARES Y DEMOCRÁTICOS” LOS POLÍTICOS ACTUALES O LOS QUE DIRIGIERON LA TRANSICIÓN?

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DANIEL IBORRA FORT, NOTARIO

ARTÍCULO DE OPINIÓN

 

“Los baremos internacionales sobre la calidad de la democracia son como los de la Liga ,si estás arriba es que los otros son peores “

En un artículo publicado, el 18-3-1.994, en base a las reflexiones de Octavio Paz sobre los sistemas políticos del tercer mundo, en Expansión, intentaba explicar el porqué las democracias tienen grados de calidad diferentes y se podía concluir que el camino hacia una democracia plena era largo y exigía en la población un alto grado de cultura y madurez política y unos dirigentes políticos que tuvieran a Dinamarca como destino final de sus proyectos, de los que no andábamos sobrados, ni en los comienzos de la transición ni menos actualmente Por eso, la situación de España en los baremos internacionales (el británico Democracy Índex, el austríaco Global Democracy Ranking o el estadounidense Freedom in the World), que la sitúan entre los países de democracia plena tiene un gran mérito.
“La democracia es un instrumento que ofrece tantas caras como grados de desarrollo tengan los países donde está implantada. En las democracias de los pueblos poco desarrollados se dan, a menudo, características negativas que no se encuentran en las democracias maduras. Mientras que en los sistemas políticos del tercer mundo las clases dirigentes consideran al Estado como su propiedad privada, en las democracias avanzadas, el Estado es de la sociedad y los políticos son servidores públicos y gestores de dinero ajeno”.
De ahí que la corrupción no sea extraña en la democracia de las sociedades poco desarrolladas mientras que los políticos corruptos son habitualmente separados de la política por las sociedades en las democracias plenas”.
El 14-12-1993 había redactado un artículo (ver Gasto público y corrupción ¿Nuestro sistema democrático ha avanzado en calidad los últimos 25 años? Notarios y Registradores 9 de mayo de 2017) sobre la diferencia entre corrupción estructural y la individual. Esta última es inevitable en las democracias plenas porque responde a actuaciones personales pero las sociedades avanzadas tienen instrumentos para su corrección. La primera es propia de democracias del tercer mundo en el que se apropian en su provecho los gestores políticos de los recursos de los ciudadanos:

“Hay que incluir los gastos dedicados al control de la educación, la cultura y la información en beneficio de la clase política dirigente. El coste económico del control de estos sectores que sirve para dirigir la sensibilidad de los ciudadanos introduciendo un mensaje continuo en el cuerpo social, que propiciará la decantación de los futuros votantes a la filosofía del partido en el poder y en paralelo el rechazo de las otras opciones políticas competitivas.

También el coste del asentamiento en la burocracia de personas afines y que se convertirán no sólo en un electorado fiel, sino también, en una legión de propagandistas eficaces dedicados a amplificar en la sociedad los mensajes políticos del que los introdujo en la administración.

Además los fondos públicos dirigidos a categorías sociales (ejm. el desempleo agrario en algunas zonas o las subvenciones puntuales) que sirven para asentar y ampliar el núcleo de votantes y comerciales de la región.”

España hasta final de la pasada década, tuvo notas de este tipo de democracia tercermundista, aunque no en toda su geografía ni en todos los sectores del Estado ni de manera generalizada. Hubo dos zonas en las que la corrupción estructural llegó a su cénit, Andalucía y Cataluña. De la primera puede dar fe Doña Mercedes Ayala que recibió el premio de Hay Derecho denunciando esta situación y de Cataluña lo podéis comprobar en mis diferentes artículos que evidencian el carácter autoritario de los dirigentes catalanes, extractivo no solo de recursos sino también de libertades y derechos de los ciudadanos y su intervención de la cultura, la información y la educación así como en los escritores (no demasiados) que se han implicado en la defensa de los intereses reales de los catalanes.

La llegada de Zapatero fue decisiva en la involución de la calidad de nuestro sistema. En las elecciones de marzo de 2008 y después de casi 2 años del pinchazo del boom inmobiliario, sin verlo, Zapatero se presenta a elecciones con el lema “Por el pleno empleo” y la promesa que creará 2 millones de nuevos empleos. A finales del 2008 teníamos un millón de parados más.
Una sociedad exigente y unos medios informativos e intelectuales solventes hubieran pedido su dimisión. Recordad que a Felipe González no le perdonaron su promesa en 1982 de crear 800.000 puestos de trabajo (y se destruyeron 800.000 FG).

La sociedad había perdido la capacidad crítica de la generación de la transición y un mínimo rigor como se demostró después también, con el seguimiento entusiasta y masivo en Cataluña de la clase más incompetente, inmadura y autoritaria de la UE.

La frase de Zapatero a Solbes “Pedro, no me digas que no hay dinero para hacer política”, define a un político del tercer mundo que considera normal apropiarse de los recursos de los ciudadanos para sus intereses particulares. Creíamos que era el último con este perfil, pero estaba equivocado. ZP continúa teniendo hueco en los países de regímenes autoritarios e incluso en nuestros medios que han pasado de ser motores hacia una democracia plena a la de cómplices de su destrucción.

Sánchez y el sector informativo e intelectual que le apoyan (los mismos que lo hicieron con ZP), han escogido ir de la mano de los autoritarios, partidarios de un régimen contradictorio con la democracia y con el sistema político de la UE.

Los que dirigieron la transición siempre podrán justificar que, aunque a trompicones, al final dejaron un país entre las democracias plenas y que los que los quieren sustituir son admiradores de regímenes autoritarios que están los últimos en progreso y libertad.

Daniel Iborra Fort, 5 de agosto de 2020 .

 

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