Sobre la sostenibilidad del estado del bienestar.

SOBRE LA SOSTENIBILIDAD DEL ESTADO DEL BIENESTAR

DANIEL IBORRA FORT, NOTARIO

ARTÍCULO DE OPINIÓN

 

La clave para que el estado del bienestar sea sostenible es que los recursos públicos estén bien gestionados. La incompetencia y el despilfarro tienen un enorme coste social y financiero.

Una ciudadanía con experiencia política, como la de los países de democracia plena, hace años que tiene clara la diferencia entre la financiación del estado del bienestar, mejorando los servicios públicos y las prestaciones sociales y la de un estado clientelar.

El estado clientelar es el estado del bienestar para unos pocos, la clase política dirigente y sus apoyos y el sector cultural, intelectual y mediático que comparten, con ellos, el banquete de los ingresos públicos. La manera que un estado clientelar se convierta en un estado del bienestar es que los contribuyentes eliminen a los intermediarios que utilizan los recursos públicos para su beneficio electoral y/o personal y por ello, los políticos lo temen y gestionan mejor los recursos.

El problema es que nuestro estado es insostenible y durante este período, su deficiente gestión, nos llevará a una gran crisis económica sobre todos, de cualquier ideología, edad o sexo.

Sánchez ha agravado el problema por su política económica dirigida más a engrandecer el estado clientelar en su propio beneficio que a ampliar la dimensión y competitividad del sector productivo del que depende la renta y el trabajo de los ciudadanos, la inflación y hacer sostenible el estado del bienestar y el sistema de pensiones.

El catedrático de economía aplicada, José Luis García Delgado, nos avisó, en la entrevista en El Mundo del 25 de enero de 2021, sobre la “gobernanza de Sánchez y sus efectos”: “La prioridad no ha sido la gestión, sino elaborar eslóganes y cuidar la imagen. Administremos con rigor lo recaudado. Hay un amplio margen para la mejora de la gestión que puede proporcionar tantos o más ingresos suplementarios al erario que los que se obtendría con las subidas establecidas”.

Sobre los 140.000 millones de euros: “no se trata de dinero a fondo perdido, con el que regar las redes clientelares. Son recursos condicionados para la reconstrucción y la implementación de proyectos y reformas ambiciosas”….

Hay que tener en cuenta que la actual “tranquilidad social” obedece, principalmente, a que se está cubriendo el exceso de gasto social sobre los ingresos públicos con crédito exterior, pero esto tiene un límite, un coste y un fin, como lo están señalando todos los economistas e instituciones más solventes.

La pérdida de soberanía por otra gran crisis como la de Zapatero, nos obligará a reducir los costes del sistema público.

Es previsible que, cuando llegue la hora del ajuste de gastos y la gente vea cómo se le reduce otra vez su renta y su futuro, la reacción social provoque una época de convulsión política y de cambios importantes.

Cuando llegue este momento, muchos de los que hoy están impasibles o defienden este tipo de política económica tan antisocial, seguramente exclamarán “indignados”: «¡No me digas Pedro que el Estado no puede financiar los costes de los servicios públicos y las prestaciones sociales, porque has utilizado los presupuestos en tu propio beneficio!

 En esta situación, más próxima que lejana, no se lo van a perdonar ni a él ni tampoco, al sector político, informativo e intelectual que le han apoyado.

Todos pasarán a la historia, pero con otra calificación.

 

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Miravet (Tarragona), a la orilla del Ebro. Por Inaeternam.

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