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La crisis desde una notaría

 

EN EL 10º ANIVERSARIO DEL PINCHAZO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA: 2006/2016, LA CRISIS DESDE UNA NOTARIA

 

CONVERSANDO SOBRE LA CRISIS EN MI DESPACHO:

Sobre el artículo siguiente, he tenido últimamente 3 conversaciones curiosas.

La primera, con un constructor que me comentó que había cesado su actividad en el 2.009 en una situación de insolvencia y ruina económica.

Otra, con un antiguo empleado de una Caja catalana desaparecida que me reconoció que hasta mitad del 2.008 no les avisaron de la crisis.

Finalmente, con un conocido del mundo del sector del cava que me dijo que había vendido una propiedad en la parte más alta del ciclo. Cuando le pregunté en que se había basado me contestó que, al ver que la Caixa había vendido Colonial e inmuebles propios y que lo mismo estaba haciendo Botín en el Santander, se acordó de lo que le había aconsejado su padre: “si no eres muy inteligente, haz caso a la gente muy inteligente”.

Eran personas de valía profesional y seguramente se abastecían de los mismos canales de información y a todos les chocó esta interpretación de la crisis basada en datos reales de entidades oficiales, que no coincidía con lo que les habían contado.

Si ellos ignoraban los datos fundamentales de la actividad económica donde desempeñaban sus profesiones ¡cómo podían estar informados los ciudadanos que no tenían esta proximidad!

La crisis evidenció la falta de nivel de cultura financiera, de información solvente y hasta de responsabilidad y madurez personal, que  hubiera permitido a la población defenderse ante un futuro tan dramático para gran parte de ellos, de ahí que concluyéramos el prólogo del libro  ¿Cuando saldremos de la crisis? con la siguiente recomendación” para tener gestores públicos más eficientes, hay que ser más exigentes con ellos y nosotros tener una mejor preparación; para ello, deberíamos escoger informadores más honestos, más competentes y más independientes , que los hay”.

De todas maneras, si me preguntan mi experiencia sobre la crisis he llegado a la conclusión de que poca gente hace caso en este clima de euforia general. Es como un final de curso de una universidad o de un instituto, cuando entras a la juerga a poner un poco de sensatez recomendando a los presentes que dejen de beber e intentando retirar los gin-tonics, pronto te das cuenta de que no es el momento más oportuno para hacerlo.

 

LA CRISIS VIVIDA DESDE UNA NOTARIA*

Si preguntamos a nuestros conciudadanos, que se alimentan informativamente por los canales tradicionales, sobre el origen de nuestra crisis económica, una parte contestaría que todo procede de la crisis inmobiliaria de Estados Unidos que se generó en agosto del 2.007 pero encontraremos, sin duda, a muchos más que nos responderán que proviene de la gran crisis financiera internacional que se desarrolló en  el último cuatrimestre del 2.008  y que surgiendo, también, del mismo país se globalizó, sorprendiendo a todos los dirigentes políticos del mundo, sin exclusión.

Sin embargo, no fue esta la experiencia que viví desde mi atalaya profesional.

Yo tenía la costumbre de ordenar y leer los estudios que me enviaba METROVACESA sobre la coyuntura de la Economía Nacional e Internacional. En ellos, había un apartado sobre la evolución del mercado de viviendas, elaborado por los Registradores de la Propiedad de ESPAÑA.

En el número 19, correspondiente al mes de abril de 2.007, comprobé que el número de ventas de viviendas se redujo en el 2.006. El declive se fue agravando en el 2º semestre hasta llegar a una cifra final de un 7,2% para todo el ejercicio.

En el año 2.007 los descensos se fueron acentuando, hasta concluir el año con una caída total de un 13,93%.

En el índice del número de hipotecas elaborado por el INE, la bajada se fue intensificando de una manera extraordinaria y partiendo de un techo, en el 2.006, de 1.896.515 hipotecas, lo que supone una media mensual de 158.043, cuando llegamos a agosto de 2007 y estalla la crisis en E.E.U.U., el número de hipotecas había descendido un 43%, hasta 90.000. A finales del 2007 habían cerrado la mitad de agencias inmobiliarias. ¿No sería porque llevaban casi dos años con una gran recesión de ventas y no por los 3 o 4 meses anteriores, desde la crisis de Estados Unidos?.

En las elecciones de marzo, el número de hipotecas había caído un 55% hasta la cifra de 70.000.

Cuando la crisis financiera internacional estalla, en septiembre de 2008, el número de hipotecas y ventas de inmuebles estaba en mínimos. El hundimiento se produjo anteriormente. A partir de ese momento, el número de hipotecas se mantiene entre una franja de 50/60.000, con la peculiaridad de que un buen número de operaciones no son para financiar compraventas (que continúan descendiendo durante el año 2.009, un 24,9%) sino para asegurar el impago y la mora de gran número de clientes de las entidades financieras, aparte de las daciones en pago para amortizar créditos anteriores.

En nuestra opinión, sobre nosotros coincidieron dos crisis, una anterior, propia y previsible y otra posterior, internacional y más difícil de anticipar.

La primera fue consecuencia de la falta de adaptación de la economía española al cambio de ciclo económico.

El crecimiento español de los anteriores años estuvo basado en un modelo en el que el peso de la construcción tenía 3 veces más incidencia que en otras economías de nuestro entorno.

Este crecimiento se sostuvo en una fuerte entrada de capital exterior colocada en créditos aprobados sin los criterios de solvencia y profesionalidad tradicionales.

La demanda creció, no porque la población incrementara proporcionalmente su renta, sino por las facilidades que el sistema financiero les dio a los compradores, tanto en plazo como sobre todo en cantidad y en medio de un conjunto de previsiones que luego comprobaríamos que eran falsas. (Ejm: que ”el precio de la vivienda nunca baja”).

Y todo acabó en el segundo semestre de 2.006, con la disminución de la inversión crediticia provocada por la reducción del flujo exterior, debido a la perdida de confianza en la economía española de los mercados internacionales

Creo que, cuando se vio que no podía continuar la economía haciendo más casas que tuvieran salida para una demanda solvente, la política económica tenía que haberse concentrado en la promoción de cosas (bienes y servicios), con objeto de mantener la producción, la renta y el empleo y hasta el nivel de ingresos públicos.

Había que potenciar el sector productivo haciendo un gran esfuerzo para que se constituyera en alternativa para un sector de la construcción, sobredimensionado y al borde de un ajuste, incentivando su financiación y todos los procesos de reducción de costes y mejora de la calidad, intentando asegurar la competitividad arruinada por la revaluación del euro sobre el dólar, el incremento del diferencial de inflación en relación a los países competidores de la zona euro desde su introducción y por el déficit de calidad en tantos sectores que afectan a la producción (ej. infraestructuras, educación técnica, investigación, marco legal empresarial y laboral, energía,…). 

 

DANIEL IBORRA FORT. Vilafranca del Penedés,15 de junio de 2016

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*Este artículo recoge textos y gráficos de mi libro “UNA CRISIS PREVISIBLE: ESPAÑA, 2006/2010, el cual está formado por el conjunto de artículos publicados en Notarios y Registradores sobre la crisis de 2008 a 2010, gracias a la amabilidad de sus editores. De esta manera, hemos podido aportar a la sociedad una visión más real de lo que estaba sucediendo en la economía ya que, desde nuestros despachos, nos permitía tener un acceso directo a ella.

SECCIÓN OPINIÓN

ETIQUETA DANIEL IBORRA

 

La Seu Vieja (Lleida). Por Blorg

La Seu Vieja (Lleida). Por Blorg

 

Independencia política y solvencia financiera (3/3)

  

Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progresos, la creatividad nace de la angustia como el día de la noche oscura. Es de la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.

 

B) 1- LA INSOLVENCIA: UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR LA EFICIENCIA DE NUESTRA DEMOCRACIA

 

 El 13 de septiembre del 2010, publicamos en NYR un artículo “Un reto social: la eficiencia del Estado”, que también lo fue en la revista notarial ESCRITURA PÚBLICA, sobre lo que consideramos un Estado moderno eficiente. Las características eran las siguientes:

En los países democráticamente desarrollados, los ciudadanos tienen dos salarios: Un salario que resta después de pagar impuestos y un salario en especie, en cuya financiación participa toda la población.

Este salario en especie está compuesto por el conjunto de servicios que la totalidad de ciudadanos recibe del Estado: educación, justicia, sanidad, seguridad ciudadana y defensa, infraestructuras……..

 Hay tres etapas que merecen la misma atención social y la misma responsabilidad.

La etapa primera, la contribución social, suele ser discriminatoria, aportando más recursos los que obtienen más ingresos. Para que esta discriminación no perjudique la creación de riqueza y empleo ha de ser equilibrada porque, si los ciudadanos la consideran excesiva, la desmotivación reducirá su aportación al desarrollo de la economía. Si esta reducción fuera compensada por la actividad económica de los que claman por el incremento de la presión fiscal, el nivel de renta social se mantendría pero no siempre sucede este fenómeno.

La manera de incrementar los ingresos públicos, que se ha revelado más eficaz y permanente, es la de crear las condiciones legales y financieras para la germinación de actividades empresariales que generen empleo y riqueza, lo que proporcionaría más base imponible, nuevos contribuyentes a la arcas públicas y a la seguridad social y reduciría las cargas sociales. 

En la segunda etapa, es fundamental que el Estado racionalice sus costos para que la atención de los ciudadanos cuente con la máxima financiación.

Es lógico que los responsable políticos, una vez instalados, sientan la preocupación de lograr su permanencia. Un modo de ampliar el número de votantes es el de utilizar los ingresos de todos, durante su mandato, de una manera partidista, con el objeto de asegurarse su reelección.

Los pueblos con poca madurez democrática se ven perjudicados, por su desidia en el control de la gestión pública, por un proceso de trasvase de recursos hacia finalidades o sectores sociales en función, no del interés general del país, sino de la opción política que lo dirige, dando lugar a un incremento del control social, cultural e informativo progresivo y a la creación de grandes bolsas de beneficiarios en estos sectores.

Esta fase es especialmente peligrosa para la población, porque reduce, si la extracción es importante, el flujo de recursos que van destinados a financiar el Estado de bienestar y porque, al favorecer el control de la información, contribuye a ocultar la malversación de los ingresos públicos  y la incompetencia del gestor político, haciendo que los problemas económicos internos no sean detectados y corregidos, lo que incrementa la ineficiencia y la improductividad del sistema en todas las fases.

También es importante la tercera fase, pues es la que determina la calidad del salario en especie. Como en una empresa con una administración competente, el Estado tiene la obligación de lograr una profesionalización de la función publica de manera que, a través de procedimientos de incentivación y reconocimiento de méritos, se encuentren los funcionarios mejores en los puestos de mayor responsabilidad y la prestación de obras y servicios públicos en manos de las empresas mas competitivas en precio y de mayor calidad.

La competitividad del Estado dependerá de la relación entre el coste fiscal y la calidad del salario en especie que proporciona a sus ciudadanos.

Y para ello, es fundamental la competencia del gestor público, la calidad técnica de su equipo y la elaboración de un programa serio y solvente, dirigido al bien común y no a ganar las elecciones. Un Estado no puede ser eficiente si sus dirigentes no lo son.

Un gestor diligente, cuya única preocupación sea el bienestar ciudadano, estará atento a los éxitos de otros gestores públicos, en relación a los temas que más preocupan a la ciudadanía, para aplicarlos en su propio país de la manera más inmediata y con ello, intentar su rápida solución.

Por ejemplo, uno de los temas que más nos afecta es el desempleo y una de las promesas de nuestros políticos más recientes es la de conseguir el nivel de Dinamarca.

 Este país tenía un paro del 12’5% en 1993. Después de la aprobación de la “ Flexiseguridad”, que suponía que un empresario que despedía a un trabajador no tenía que pagar ninguna compensación y el despedido, para beneficiarse de un largo período de protección, debía someterse a una formación continuada y a la obligación de aceptar las ofertas de trabajo, el paro descendió hasta el 1’7% en 2.008.

 También la mochila austriaca y otras fórmulas de contratación que habían conseguido reducir el desempleo y la falta de formación laboral como clave del paro… temas a los que hicimos referencia en el artículo publicado en NYR el 5-6-2013 sobre la solución del paro y los emprendedores. O la reducción de jornada alemana que permite mantener las plantillas en época de crisis compensando el Estado la reducción de la jornada completa a la parcial, con la economía de costos que supone para todos (empresas, trabajadores y Estado) y los problemas personales y familiares que evita.

Nuestros políticos que están prometiendo que si les votamos tendremos el nivel de paro de estos países ¿Que programa de reindustrialización tienen preparado para superar la crisis de este sector que al principio de la transición, en 1975, suponía un 36’39% del PIB y que, después de un retroceso sin pausa y sin ninguna preocupación social ni política, en el año 2008 era el 14’36? Porque, cuando hablan de que no hay empleo de calidad y si la industria es la base del empleo estable y bien remunerado y del sector exportador ¿Qué hicieron para evitar la desindustrialización? ¿O tal vez estaban en las manifestaciones contra la instalación de industrias en su pueblo?¿Qué régimen laboral aprobarán? ¿O bien no saben de lo que hablan y lo único que les preocupa es, con su elección, solucionar su problema del paro y/o su satisfacción personal y no el de los ciudadanos?

Un estado  ineficiente es, pues, el que descuida la calidad de su sistema productivo en todas sus bases ( educación, costes energéticos, sistemas de contratación laboral, promoción empresarial….) que es el fundamento de la riqueza nacional, del empleo y del sistema de protección social, el que se apropia de los recursos que tiene en administración, desviándolos a intereses partidistas y hasta personales y el que descuida la calidad  y los costos en la gestión de los servicios y prestaciones sociales.

¿No fue este el origen de nuestros problemas actuales y de nuestra situación de insolvencia?

Si queremos solucionar nuestros graves problemas económicos y sociales, la política económica se ha de asentar en un rumbo inalterable.

 Según el profesor Joaquim Muns (y en esto coinciden nuestros grandes economistas) “el viejo y fracasado guión de deuda, consumo e importaciones ha de pasar a la historia para ser sustituido por el de ahorro, inversión y exportaciones…. Hay que evitar vigorosamente que el consumo desaforado sea otra vez el motor de nuestra economía” y con ello ha de haber “ un cambio de mentalidad económica del país , por el que la libertad económica, la creatividad y la eficacia jurídica sean los pilares sobre los que se pueda asentar la actuación de los agentes económicos” sin ello “ el barco de la economía española siempre estará amarrado en el mismo dique de la ineficiencia, de la falta de competitividad y , en definitiva, del despilfarro endémico del potencial económico del país”

Si seguimos este rumbo, generaremos recursos suficientes para devolver nuestras deudas, resolver el problema del empleo precario y poco rentable, del paro y la pobreza crónica y financiar un solvente sistema de atención social y de servicios públicos

Repetir el mismo guión que nos abocó a la gran crisis, nos llevaría en un tiempo record a la ruina definitiva.

Pero, es que este camino del esfuerzo es inevitable, un país que no genera recursos propios para mantener su nivel de vida necesita financiación ajena y nadie presta a quien no cuenta con ahorro o patrimonio que asegure su devolución.

Ir en dirección contraria nos conduciría, dado el nivel histórico del endeudamiento interno a disparar el coste financiero de la deuda llevándose proporciones cada vez mayores de recursos de las familias y del sector empresarial y en cuanto al sector público, a la reducción de la base de la financiación de las prestaciones sociales de la tercera fase que son vitales para las clases más necesitadas.

 Fueron los pensionistas, los modestos adquirentes de  deuda pública, las clases trabajadoras del sector público y privado, los que sufrieron en Grecia los ajustes  más dramáticos provocados por la mala gestión de sus dirigentes y  no estos ni las clases más pudientes que sobrevivieron a ellos.

 Eran los que estaban detrás de los que dirigían las manifestaciones a los que les llegaron antes las privaciones.

Y, con la reducción de recursos y la interrupción de la expansión y mejora de nuestra capacidad productiva, se acentuarían los problemas tradicionales de nuestra economía: inflación, desempleo, desequilibrios exteriores e interiores, insolvencia pública y privada  

 

2.-EL MANIFIESTO DE LOS INDIGNADOS SOLVENTES Y DEMOCRÁTICOS: TRANSFORMA ESPAÑA (NYR 5-1-2011)

 Una representación de las grandes empresas junto con la colaboración de personalidades de gran relevancia social, (Sagardoy,M.Conthe,Sala-i-Martin, Ontiveros, Punset,Calzada…) elaboraron un trabajo fundamental de cara al futuro de España, “TRANSFORMA ESPAÑA”, que fue presentado a finales de este mismo 2010 .Os hago un pequeño extracto, recomendando, por su gran importancia, su completa lectura:

 “El modelo vigente de España que generó buenos resultados en el pasado da actualmente signos de agotamiento. El momento actual es óptimo para el cambio, tal vez incluso único, como dijo MCDONNELL “sin el acicate de una crisis o un período de gran tensión, la mayor parte de los colectivos- al igual que la mayor parte de las personas- es incapaz de cambiar los hábitos y actitudes de toda una vida” pero este cambio hay que utilizarlo inteligentemente, dice un proverbio que “cuando empieza a soplar el viento, algunos corren a esconderse mientras otros construyen molinos de viento”.

 

a) REFLEXIONES ACERCA DEL MODELO DE ESTADO:

1) Revalorización de la función política. El desajuste entre la magnitud, complejidad y visibilidad de la tarea encomendada por un lado, y el nivel de preparación, concienciación y experiencia de algunos administradores por otro lado, erosiona la confianza de los ciudadanos en la política. Este proceso de deterioro se ha agudizado con la entrada a la política de personas sin una preparación contrastada en ciencia política, a menudo jóvenes y con poca experiencia previa, obligados a tomar decisiones y a generar resultados desde casi el primer día.

2) Refuerzo de Pactos de Estado/ gobernanza en consenso. Se plantea principalmente en cinco ámbitos: Estrategia educativa, estrategia científica y estrategia de innovación, identidad productiva, estrategia energética y modelo de bienestar responsable.

… necesidad de alcanzar pactos estables y de largo plazo entre las principales fuerzas del país y la sociedad civil, son temas tan trascendentes socialmente que deberían estar alejados de la lucha partidista.

3) Eficiencia global y clarificación del modelo autonómico. Hay que clarificar el modelo autonómico, de una manera global, estable y fiable para evitar, por un lado, ineficiencia e inconsistencia en el reparto de roles y competencias, y por otro lado negociaciones cortoplacistas y oportunistas.

 4) Sistema electoral ajustado a nuevas necesidades del país. Ante el alejamiento entre Ciudadano y Administrador y cierta sensación ciudadana de disminución de representatividad por parte de los políticos las propuestas apuntan a modelos que permitan recuperar la representatividad social de los políticos y el acercamiento a los votantes

5) Adaptación de Asociaciones Empresariales y Sindicatos a nuevos retos del país. Se busca ampliar y mejorar la representación y su neutralidad e independencia.

6) Percepción social clara de la separación de poderes. Hay que recuperar la percepción social de la plena separación real y fiable de Poderes del Estado

 

b) REFLEXIONES ACERCA DEL MODELO PRODUCTIVO:

 

La magnitud del impacto de la crisis en España es el resultado del alejamiento creciente entre el modelo productivo existente en el país y el modelo productivo objetivo que debería haberse adoptado para afrontar los nuevos retos y necesidades, tanto internos como externos.

      PROBLEMAS A SOLUCIONAR:

       -Rigidez del mercado laboral

-Barreras para iniciar nuevos negocios.

-Dificultades para el comercio exterior.

-Marco deficiente para el fomento de la competitividad en PYME.

-Perdida de fiabilidad y transparencia del sistema. En cuanto a la confianza, transparencia, percepción de corrupción y demás aspectos que afectan al marco productivo, el posicionamiento de España no es bueno y va a peor.

-Ineficiencias y amenaza de rotura del mercado único interior.

-Peso elevado y riesgo de efecto llamada hacia la economía sumergida.

-Debilitamiento y aletargamiento de la Sociedad Civil.

-Pérdida de seguridad jurídica.

La ventaja de este trabajo es que está elaborado por personas que han demostrado su competencia en sus respectivas profesiones y actividades económicas (en otros países, la opinión de un experto es lo obligado, aquí no tanto), que saben como crear riqueza y solucionar el problema del paro y que han demostrado su implicación con el sistema democrático, intentando corregir sus defectos para incrementar su eficiencia y no para sustituirlo por otro que sólo sirva a sus vitalicios dirigentes.

Y es que la democracia es un instrumento que logra sus mejores notas con la calidad del intérprete y que hay que controlar y cuidar, pues es el mejor sistema que se conoce para la creación de bienestar económico y social, para garantizar un amplio espacio para la libertad   y para sustituir a los dirigentes corruptos, incompetentes y estafadores.

 Tiene defectos, pero como no encarcela ni apalea a los que los denuncian o critican, se van corrigiendo* no como otros sistemas que no publican sus escándalos pero están, y permanentemente, en los últimos lugares en corrupción, ineficiencia, pobreza y ausencia de libertades.  

 

 Vilafranca del Penedès, 13 de marzo de 2015.

Daniel Iborra Fort. Notario y analista de inversiones

 

   * Un ejemplo lo tenemos con la corrupción. Según el Índice de percepción de la corrupción en 2014, España ha mejorado 3 puestos pasando del 40 al 37, de los 175 países analizados. El primero es Dinamarca y detrás de nosotros están países próximos como Grecia e Italia, en el 69 y entre los últimos 15 más corruptos, están los “mediáticos”, Venezuela, en el 161 y Corea del Norte, el último con Somalia.

  Sin embargo, este acontecimiento creo que no ha sido, como tantos, correctamente reconocido en la generalidad de nuestros medios. Por ejemplo La Vanguardia y El Confidencial enmascararon este dato positivo con presentaciones despectivas y extrañamente coincidentes tipo “España está peor que Botswana”.Podían haber publicado que “España ha reducido la corrupción alcanzando a Israel que está en el mismo lugar y con igual coeficiente “, pero es lo que hay.

   Una manera de informar que no se ajusta a la realidad, como uno puede comprobar si pregunta a cualquier funcionario municipal o autonómico o a empresarios que desde hace tiempo trabajan para el sector público si es o no más fácil que antes hacer negocios privados con los responsables públicos o colocar familiares o compañeros de partido,” por la cara “, en la Administración.

   Y es que, en los últimos años, España ha ido mejorando en este campo. Si os fijáis, los casos que se van conociendo están concentrados en el período de especulación inmobiliaria, de la explosión de la obra pública y en el flujo incontrolado de recursos comunitarios, cuando la percepción social de la corrupción estaba en mínimos porque los medios no la publicaban con semejante ostentación.

   La gran crisis económica , del sector inmobiliario y de la obra pública, el despertar de la conciencia ciudadana de lo que representa  la corrupción, la mejora del marco legal y de la actuación policial y judicial ( mejorable, en ambos casos,  en muchos aspectos) , el control de las Instituciones de la Unión Europea ( Ejm- GRECO-Consejo de Europa) y aunque parezca extraño, la reducción del número de beneficiarios ( no hay nadie tan vengativo que al que sacan de un banquete) , ha hecho que aflore de una manera escandalosa toda la suciedad anterior que no se hubiera acumulado si todos los que la conocían la hubieran denunciado ¿ Que impidió que nuestros medios informativos y culturales, nuestras instituciones, los agentes sociales y sindicales, políticos y hasta los ciudadanos más modestos denunciaran una corrupción que era tan general y tan conocida por todos?

2.-EL MANIFIESTO DE LOS INDIGNADOS SOLVENTES Y DEMOCRÁTICOS :TRANSFORMA ESPAÑA ( NYR 5-1-2011)

Una representación de las grandes empresas (Inditex, La Caixa, Ford España, Prisa, Mercadona , Santander, Telefónica, Gamesa, G.Planeta, Repsol, BBVA, Deutsche B.E., MAPFRE…) junto con la colaboración de personalidades de gran relevancia social , como expertos temáticos (Sagardoy,M.Conthe,Sala-i-Martin,Ontiveros, Punset,Calzada…) elaboraron un trabajo fundamental de cara al futuro de España , “ TRANSFORMA ESPAÑA”( FUNDACIÓN EVERIS), que fue presentado a finales de este mismo 2010 .Os hago un pequeño extracto, recomendando , por su gran importancia, su completa lectura:

 

 

INDEPENDENCIA POLÍTICA Y SOLVENCIA FINANCIERA 2

INDEPENDENCIA POLÍTICA Y SOLVENCIA FINANCIERA 1

LOS POBRES NOS ROBAN

UNA VISIÓN DIFERENTE DEL «DESAFECTO A ESPAÑA»

LA CRISIS Y LAS NOTARÍAS

EVITAR LA QUIEBRA DEL ESTADO DE BIENESTAR

TRANSFORMA ESPAÑA

RÉGIMEN AUTONÓMICO ERRADO

LOS NOTARIOS Y LA LIBERTAD DE ELECCIÓN

ETIQUETA DANIEL IBORRA

Vilafranca-del-Penedes-Basílica_de_Santa_Maria

 

MAPA MUNDIAL DE LA CORRUPCIÓN

 

Endeudamiento y Soberanía.

 (Las malas compañías)

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Joaquín Osuna Costa

Agente de Cambio y Bolsa, Notario de Leganés

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La tormenta griega ha vuelto a poner de moda el problema del endeudamiento de los diferentes países de la zona euro precisamente porque esa tormenta no es sino la última consecuencia de haber hecho las cosas mal desde el principio y de mantener en el tiempo los errores iniciales.

Para justificar la creación del Euro se habló mucho de las grandes ventajas que su creación implicaba en el área comercial, pues evitaba el cambio de moneda en las transacciones internas de la Unión Europea, que sólo eso ya justificaba su creación, y, como de pasada, se nos contó también que sería una moneda fuerte, apreciada y abundante y, por tanto, el comercio con el resto del mundo también podría nominarse en euros, desplazando así, al menos parcialmente, al dólar como unidad de cuenta absoluta del comercio internacional.

No se dijo que el parto del euro, la creación de una sola moneda única para un conjunto de países desarrollados económicamente, manteniendo cada uno de ellos una política fiscal autónoma y, como se ha visto, no homogénea, era algo que nunca se había intentado y, como todo experimento, podía estar sometido a fracaso, absoluto o relativo.

Porque no era algo que pudiera llevarse a cabo por el método científico de ensayo y error. Tanto política como económicamente hubiera sido un desastre una implantación provisional de una moneda a ver qué pasa, no era un experimento con gaseosa.

Como era básico transmitir a los mercados esa idea de que nos hallábamos ante la instauración definitiva de una nueva moneda y, quizás con razonamiento semejante al que llevó a Cortés a quemar sus naves, no se previó ni la salida de algún miembro, fracaso relativo, ni mucho menos el fracaso absoluto y la vuelta de cada mochuelo a su olivo monetario. El euro era el yugo que iba a cimentar definitivamente la unión europea, no habría vuelta atrás, ni siquiera sería necesario porque, además, en materia de política fiscal, todos íbamos a ser obligatoriamente justos y benéficos como los españoles de 1812.

Pero resultó que, como nuestros antiguos paisanos, tampoco los europeos lo fuimos. Todos mentimos al principio sobre nuestras cuentas, aunque unos mucho más que otros, y, una vez nos pusimos en marcha, aquello, que iba a ser Jauja, fue patio de Monipodio.

En efecto, cada país mantuvo políticas fiscales diferentes que, además, tampoco eran constantes porque, por ejemplo, en cada cita electoral se forzaban los déficits para salvar la cara del político en el poder, pero no se opuso nadie de forma contundente, como el Lazarillo de Tormes que no protestaba cuando veía al ciego tomar de dos en dos las uvas de un racimo porque él las tomaba de tres en tres.

Tampoco los mercados se alteraron demasiado por varias razones:

  1. El euro nació en una fase ascendente del ciclo económico y cuando hay bonanza los mercados son plácidos.
  2. Las emisiones al principio tampoco fueron demasiado grandes y, por tanto, los diferenciales de tipos de interés entre la deuda de los diferentes países tampoco eran excesivas.
  3. El hecho de encontrarse con tantas deudas diferentes nominadas en una misma moneda con diferentes tipos de interés fue una bendición para los arbitrajistas, nunca fue tan fácil ganar tanto dinero en tan poco tiempo y con tan poco riesgo.
  4. Ese mismo arbitraje produjo el fenómeno de reducción de diferenciales y el incremento de los volúmenes de contratación consagrando a la Deuda Soberana en euros como un valor fiable y líquido.

Así, el euro, que teóricamente nació para facilitar el comercio, se manifestó como el vehículo para que una serie de países y sus empresas, todos los de la zona euro, incluida Alemania, pudieran, por primera vez en su historia, acudir de forma contundente a los mercados internacionales colocando con éxito Deuda Soberana nominada en moneda propia.

Y ahí esos nuevos ricos cometieron los lógicos excesos. Así nació la prima de riesgo, los mercados empezaron a discriminar con dureza la Deuda de los distintos países. Coincidiendo con eso en el tiempo surgió al otro lado del Atlántico el problema de las hipotecas basura, una cosa llevó a la otra y nos encontramos con una tormenta perfecta en los mercados.

Y entonces caímos en que el Banco Central Europeo era como la Reserva Federal de la Señorita Pepis. Mientras la de verdad, la americana, apaciguó las tensiones en su Deuda con manguerazos de liquidez sin cuento, la política Bernanke, el Banco Central Europeo, dudó, convocó reuniones, ahora compro Deuda, ahora no, cuando compro lo hago al final del día, y así los especuladores se van a casa con el negocio hecho y yo me quedo con cromos depreciados. Y mientras, vista esa ineficacia, los diferentes Gobiernos «aconsejaban» a sus bancos invertir en Deuda expulsando así del mercado crediticio a las empresas. El incendio americano se apagó con agua de la Reserva Federal en forma de dólares y el europeo se avivó con gasolina de incertidumbres políticas y demostración de inexistencia de liderazgo.

Y entonces se empezó a hablar de Eurobonos, que, traducido al castellano, significa que, así como la Deuda emitida para financiar inversiones en Nebraska tiene el mismo tipo de interés que la emitida para inversiones en Nueva York, porque el emisor el mismo, la emitida para inversiones en Alemania debería tener el mismo rendimiento que la destinada a inversiones en Grecia porque también habría un solo emisor.

Esa idea tuvo inmediatamente el rechazo frontal de Alemania y el hipócrita y cínico disgusto teórico de los países pobres, todos se pusieron de acuerdo tan inmediata como repetidamente en que eso de los eurobonos no era la solución, para alegría de unos pocos y llantos de cocodrilo de los demás. Aún está por ver una explicación clara de por qué se rechazó esa idea, ni la habrá, sencillamente porque no hay ninguna justificación lógica de ese rechazo que no vaya contra la esencia misma del deseo de la construcción europea. Se nos dice que los Eurobonos no los quiere nadie, pero sería más cierto decir que no los quiere ningún político europeo porque ningún político europeo actual quiere de verdad la Unión Europea.

En este patio de Monipodio en el que convivimos, nuestros representantes sólo mantienen un ideal unánime: ni una cesión más de soberanía, ni una limitación de prebendas para los prebostes comunitarios, ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¿Con qué derecho puede una autoridad europea autorizar o no la emisión de Deuda Soberana en un país? A ver si va a resultar que, de verdad, nos convertimos en una Unión Europea y por tanto tenemos que liquidar unos cuantos millones de políticos cada uno de los cuales dejaría de ser centro de atención de una corriente de intereses.

Cuando un político deja de tener la llave del dinero, deja de tener poder, ya no es un VIP, es un servidor público y eso, de verdad, no se lleva nada en países no anglosajones. Por ese camino acabaríamos viendo al frente de los partidos y en el rectorado de las Universidades a empresarios triunfadores que, al final de su carrera trabajarían para la comunidad devolviendo lo que ésta les dio para conseguir su éxito, o en los Tribunales como jueces a grandes abogados que también habrían querido acabar sus vidas profesionales defendiendo a la sociedad como antes defendieron a sus clientes. Faltaría más ¡qué horror! ¿Se imagina alguien a Amancio Ortega al frente del Ministerio de Industria o a Juan Roig del de Comercio?

Lo que pasa en Grecia es simplemente la consecuencia de un abuso reiterado por parte de sus dirigentes de la confianza que supone ser miembro de un club, y, afortunadamente, sólo ha alcanzado esos niveles en ese país, la tormenta podía haber sido mayor y, si no se ataja pronto y duramente el problema, lo será. Cualquier perdón, quita o discriminación positiva para con la Deuda griega, obligaría a hacer lo mismo con la de cualquier otro país, por ejemplo con la nuestra, y sería el fin del euro y de la idea de Europa. Grecia está abocada al corralito o a la salida del euro, que la mandaría a la Edad Media. No es ahora el tiempo para demagogias ni hay en Europa dinero para financiarlas, aunque nos sobre buenismo para compartirlas.

Como dijo el ministro alemán de Finanzas recientemente, cualquier promesa electoral debe sustentarse en financiación obtenida por quien promete, no por terceros.

Existe en Derecho la incapacitación por prodigalidad, aplíquese en la Unión Europea, regúlese la facultad de emitir Deuda Pública, construyamos de verdad una unión fiscal, que los políticos se dediquen sólo a negociar la distribución para cada zona de los fondos obtenidos por emisión de Deuda Europea Unificada, como la pelean Nebraska y Nueva York.

Si no queremos que el día de mañana vuelva a suceder algo similar a lo que hoy pasa en Grecia, en cualquier otro país, implantemos los Eurobonos, que sólo Europa pueda emitir Deuda y destinar su importe a inversiones en toda la Comunidad, empezando probablemente con inversiones en Grecia, como si hubiera padecido un terremoto o una catástrofe natural o como el padre del hijo pródigo que sacrificó el ternero mejor cebado cuando éste volvió a casa. Y que sean los propios griegos quienes decidan si procede llevar a cabo acciones de responsabilidad contra los políticos que los han hundido.

Seguiría habiendo Deuda emitida por los diferentes Estados, pero tendría difícil acceso a los mercados, no podría competir con los Eurobonos, su suscripción y negociación raramente saldría del ámbito doméstico. Australia y Canadá, por ejemplo, son países prósperos, ricos y serios ¿Qué peso tiene su deuda en los mercados?

Y tranquilos, que hay para todos, las emisiones de Eurobonos podrían superar con mucho la suma de la Deuda actual de todos los países de la zona euro, probablemente diera incluso para canjear toda la Deuda viva actual a tipos no penales. El volumen de la Deuda pasaría a ser un problema casi secundario. Con un mínimo muy mínimo de sensatez en su emisión, conseguiríamos incluso no tenerla que amortizar nunca, como nunca se ha amortizado ni se amortizará ninguna emisión de Deuda de Estados Unidos, simplemente se paga con el importe de nuevas emisiones y ningún suscriptor importante va a exigir su pago inmediato, porque se arriesga recibir ese pago en una moneda que habría sufrido una tremenda devaluación como consecuencia de la emisión de moneda necesaria para satisfacer su petición.

Pero para eso también habría que reinventar el Banco Central Europeo, haciéndolo una institución autónoma e independiente, preocupada más por la salud de los europeos que por la del euro, dispuesto a intervenir en los mercados y a doblar el espinazo a cualquier especulador que tratase de llevarle la contraria, nadie tiene más dinero que el que lo fabrica. Y, si se sabe que puede actuar, no será nunca necesaria su intromisión forzada en el mercado, como el matón que, colocando su garrote en la mesa, sabe que no tendrá que usarlo.

Grecia va a incurrir en default porque su Deuda se emitió en Atenas y la imprenta está en Frankfurt. Si queremos que éste sea el único fracaso, hagamos que el lugar de emisión y la imprenta estén en el mismo sitio y dependan de la misma autoridad, de lo contrario resulta, como sucede ahora, que nos encontramos con que nuestra Deuda no está nominada en nuestra moneda porque, de verdad, no tenemos moneda propia.

Acabaríamos con la prima de riesgo, dejaríamos de ser pseudocolonias de Alemania, los empresarios podrían financiarse a los mismos tipos en toda Europa, de verdad tendríamos un mercado financiero unificado, ya nos faltaría muy poquito para ser una sola nación. El euro sería de verdad un dólar cambiado de continente y no, como ahora, un marco cambiado de nombre.

Europa tiene demasiada historia, hay demasiadas rivalidades ancestrales y conflictos ente los diferentes países y por ello, a las primeras de cambio, salen a relucir reacciones xenófobas o incluso racistas entre nosotros. Es frecuente, casi normal, echar la culpa de los problemas de la Unión Europea a los actos del otro, hoy Grecia, otras veces Italia, Irlanda, etc. así no hablamos de nuestros propios defectos. Es fácil pensar que los buenos somos nosotros y que la culpa de lo que nos pasa está en actos de los demás, en las malas compañías que nos llevan al desastre.

Pero eso es bastante injusto, no somos naciones buenas acompañadas de otras que no lo son, somos ciudadanos buenos frecuentemente regidos por políticos miopes, egoístas y mediocres, sombras de aquellos líderes que gobernaron los diferentes países en los años 50 y 60 y que imaginaron una Europa unida. Los actuales confunden el bienestar común con el mantenimiento de su poder y, en defensa del mismo, hace tiempo que dejaron de querer una real Unión Europea y ni siquiera dudan en ponerse prácticamente a las órdenes del único que de verdad tiene las ideas claras, Alemania, que tampoco tendrá interés en una Europa Unida mientras siga siendo el único que tenga las llaves de la imprenta, es más cómodo ser jefe que socio. Las malas compañías no son nuestros vecinos, son nuestros gobernantes que no desean perecer en ese océano igualitario de la Unión.

Joaquín Osuna Costa

Agente de Cambio y Bolsa

Notario

Febrero 2015

Leganés. Auditorio Padre Soler.

Leganés. Auditorio Padre Soler.

LOS INCONVENIENTES DE QUEDARSE A MEDIAS

LOS INCONVENIENTES DE QUEDARSE A MEDIAS

(¿W u O?)

 

Joaquin Osuna Costa, Notario de Leganés (Madrid)

y Agente de Cambio y Bolsa

Siempre hemos sido todos seleccionadores de fútbol, pero ahora somos expertos también en Economía, microbiología, geopolítica y, por supuesto cambio climático y ecologismo. Cuando ORTEGA constataba, hace ya 85 años, la rebelión de las masas, no podía imaginarse hasta qué punto iba a llegar esa insurrección, ya no es que algunos espectadores se suban al escenario, es que todos estamos en él aleccionando a un vacío patio de butacas.

Y si esto sucede en todos los aspectos de la Sociología y de las Ciencias, es lógico que no sea una excepción la Economía, que, por su propia juventud, no ha consagrado todavía excesivos dogmas. Uno de ellos sin embargo era que, en Política Económica, la política fiscal y la monetaria eran como dos ruedas de una misma bicicleta y, para circular por una senda económicamente correcta, era necesario por lo menos que fueran en la misma dirección, por lo que ambas debían estar bajo una sola autoridad soberana en la adopción de medidas. Sin embargo, cuando se creó la unidad monetaria en Europa, se consideró que ese dogma de unidad decisoria era prescindible, no pareció ningún anatema unificar la política monetaria, que eso supone crear una moneda común, sin unificar la política fiscal de las naciones miembros de la Comunidad Europea. Simplemente se establecieron unos criterios de austeridad fiscal, de reducción de déficit, necesarios para poder acceder a esa nueva moneda en el momento de su creación, todo ello a modo de una instantánea, un posado al que se prestaron, muy bien maquillados para el evento, los países que unificaban sus monedas en el euro. Pero no se previó ninguna expulsión del club, con lo que, al día siguiente, empezó el proceso de desarmonización fiscal en un torpe, insolidario y egoísta proceso, por el que cada Estado, que tanto había presumido de unidad la víspera, comenzó a separarse de la senda fiscal común en busca de beneficios particulares, casi nunca económicos, casi siempre políticos, a corto plazo para él y/o sus gobernantes, muy conscientes que la severidad fiscal no es precisamente lo mejor para conseguir votos.

En ese proceso resultó que Gran Bretaña prefirió darse mus, ignoró la unidad monetaria y escogió seguir siendo soberana en su moneda y en su política fiscal, con excelentes resultados como se ha visto. Lo que en su momento se vio como un error histórico consecuencia de su soberbia, ha resultado ser una decisión muy benéfica tanto para el Reino Unido como para el resto de la Comunidad, ha seguido una política económica autónoma y ha defendido sus propios intereses sin que esa defensa supusiera pisotear los ajenos.

Porque los países de la zona euro se plegaron como papanatas a los deseos de Alemania, maestra desde 1930 en adoptar una política monetaria restrictiva, defendiendo siempre más su moneda que a sus ciudadanos, convencida, con tozudez teutona, de que el enemigo es la inflación y que su divisa, marco o euro, tanto da, es como la acción de una empresa de la que se es socio: si sube en su cotización es que está bien gestionada, si baja es síntoma de que algo se hace mal. Esa dura política dio buenos resultados en Alemania y convenció, me gustaría saber por qué, a todos los demás socios de que si, primero, premisa mayor, Alemania no la había cambiado en 80 años y, segundo, premisa menor, Alemania es un país próspero, podía deducirse como conclusión del silogismo que la adopción sin modificaciones de esa política y su mantenimiento en el tiempo, caiga quien caiga, redundaría en la prosperidad de toda la zona euro.

Nadie pareció creer que la prosperidad alemana no fuera consecuencia de su política monetaria. No se pensó, ni por lo visto se piensa ahora tampoco, que esa prosperidad es la resultante de la honestidad de sus políticos, de su política de constante inversión en I + D +I, de su tejido industrial derivado de ello, de la calidad de sus Universidades, de las virtudes de un pueblo educado en el trabajo, austero y disciplinado, capaz de superar los mayores desastres.

Su política monetaria es fruto del deseo, marcado a fuego en la conciencia individual y colectiva de ese pueblo, de nunca más repetir la experiencia vivida en la gran inflación de entreguerras, la única vez en la historia en que los alemanes perdieron la esperanza en un futuro mejor. Para la memoria histórica de ese pueblo es más trágica esa inflación que la postguerra del 45, porque de la segunda nunca dudaron que saldrían, entre otras cosas porque asumieron que, sin aquella hiperinflación, nunca habrían caído en el mesianismo que llevó al nazismo al poder y, por tanto, tampoco hubieran padecido las desgracias de la segunda guerra mundial. No es por tanto su política monetaria restrictiva la causa de que se cree riqueza en Alemania, es, todo lo más, la condición necesaria para que esa riqueza no se destruya en la tragedia de una nueva guerra y para que se mantenga y no se volatilice en el éter de la inflación, la inflación baja, por sí sola, no crea riqueza, pero mantiene el valor de los bienes.

Se creyó que la política monetaria alemana era la panacea para toda la zona euro, esa creencia fue y es, incluso en una época antidogmática como la actual, un auténtico artículo de fe. Pero, en mi humildísima opinión, pensar así es igual que creer que empadronarse en Mallorca es suficiente para jugar al tenis como Moyá o Nadal. La baja inflación y el mantenimiento del cambio o la revalorización de la moneda son una maravillosa hucha donde guardar la riqueza, pero hay que saber o poder crearla.

Volvamos la vista atrás de nuevo: los deseos de crear una moneda única no se debieron a voluntad de crear una real unión entre todos los países, esa voluntad no ha pasado nunca del nivel de la demagogia de los políticos, acompañada de actos de los mismos conducentes a todo lo contrario. La unión europea sigue siendo sólo una unión de mercaderes, los deseos de unificar moneda no tenían como fin la cohesión europea, sólo buscaban la agilidad en el comercio, tanto intereuropeo como entre Europa y el resto del mundo, usando moneda propia en las transacciones y la accesibilidad a los mercados internacionales de títulos nominados en moneda nacional.

El primer sistema de pseudo unión monetaria se produjo con el ECU, una cesta de monedas europeas utilizada para transacciones internacionales y para emisión de empréstitos por Estados y grandes corporaciones. No era una moneda nacional pero tampoco era del todo extranjera, fue un exitoso primer paso que condujo a la invención del euro, que no buscaba ser un ECU cambiado de nombre sino un dólar cambiado de continente.

Y así, mal que bien, se inició la senda de la moneda única europea, y todos salimos ganando con ello, los países fuertes de la Comunidad accedieron a los mercados en mejores condiciones que antes, porque para poder endeudarse en moneda propia no sólo es necesario que se trate de una moneda fuerte, sino, además, se requiere que sea una moneda abundante, por lo que el euro era mejor acogido que el marco o el franco. Los países débiles, los cuatro cerditos, y los pequeños, pudimos por primera vez acudir a esos mercados internacionales endeudándonos en moneda propia y no en dólares o yenes y todos conseguimos comerciar entre nosotros sin necesidad de cambiar de moneda e incluso utilizar la nuestra, el euro, en transacciones con Estados no miembros de la Comunidad Europea.

A todos los políticos europeos se les llenó la boca manifestando que era el primer paso auténticamente importante para conseguir la real unión política europea, el primer peldaño en el camino a dar a luz los Estados Unidos de Europa, pero no era cierto, ningún político europeo del siglo XXI desea de verdad eso, se producirían demasiadas reducciones de poder, de cargos y de prebendas que, desgraciadamente, suele ser lo primero que valoran los presuntos servidores públicos europeos.

La consecuencia fue que, lógicamente, tras recibir todos los gobernantes los aplausos consecuencia del éxito y ventajas del euro, y, conscientes todos ellos de que ahí se acababan los deseos de unión, abandonaron la soberanía en política monetaria y se dedicaron a gestionar una política fiscal muy expansiva consecuencia de aprovechar su acceso por primera vez de forma libre a mercados financieros que antes tenían vedados, como un niño al que se le deja sólo en una juguetería. El euro se convirtió en el cuerno de la abundancia para todos los países y el nivel de endeudamiento en la zona euro creció de forma exponencial[1], los niños aprovecharon bien la incursión en la juguetería.

  Millones € % PIB € Per Cápita
1998 4.359.035 € 72,80% 13.926 €
1999 4.617.797 € 71,60% 14.702 €
2000 4.694.190 € 69,20% 14.883 €
2001 4.831.627 € 68,20% 15.243 €
2002 4.987.995 € 68,00% 15.641 €
2003 5.223.859 € 69,20% 16.277 €
2004 5.473.233 € 69,60% 16.943 €
2005 5.729.915 € 70,30% 17.641 €
2006 5.884.123 € 68,60% 18.018 €
2007 5.994.512 € 66,40% 18.249 €
2008 6.489.962 € 70,20% 19.668 €
2009 7.135.458 € 80,00% 21.564 €
2010 7.833.349 € 85,40% 23.597 €
2011 8.227.833 € 87,30% 24.717 €
2012 8.600.983 € 90,60% 25.768 €

 

Era una gran fiesta, en la que se divertían tanto los ricos como los pobres, o quizás más los primeros, porque sin esa inundación de liquidez nunca hubieran podido vender sus productos a los pobres.

Era el paraíso del político: inflación controlada, financiación asegurada a buen precio, sin tener siquiera que ser fiscalmente restrictivo, el euro era una maravilla.

Tan contentos estaban que no dudaron en ceder el control de la política monetaria a Alemania, si todo va bien para qué cambiar, y no pareció darse cuenta nadie de que someterse a los criterios monetarios de un solo país suponía entregarle una porción de soberanía. Lo que hicimos no fue unificar nuestras políticas monetarias, en lugar de eso nos pusimos firmes y en el primer tiempo de saludo a las órdenes de Alemania. Dejamos de ser sus socios, nos convertimos en sus colonias. No hubo el más mínimo debate, no se estudiaron ni previeron las consecuencias de aplicar semejantes rigideces monetarias a países cuyas economías eran absolutamente diferentes de la alemana y cuya tradición era cabalmente la contraria.

Porque conviene no olvidar que la política monetaria alemana es única en el mundo mientras que Alemania no es el único país económicamente desarrollado, no está, pues, tan claro que su política sea la única aceptable y ni siquiera que sea exportable.

Las consecuencias de ese colonialismo pronto se hicieron notar, las metrópolis no suelen ser muy amables con sus colonias. Mientras duró la bonanza no hubo problemas, el endeudamiento de los pobres permitió comprar a mansalva productos a los ricos, quienes a su vez también se endeudaron a tipos inferiores a los que conseguían anteriormente en sus monedas y/o sin el riesgo de endeudarse en divisas extranjeras.

Hay un principio, un dogma en materia de Deuda Pública, del que nadie habla: CUANDO UN ESTADO CONSIGUE COLOCAR SU DEUDA, NOMINADA EN SU PROPIA MONEDA, EN LOS MERCADOS INTERNACIONALES, NUNCA TENDRÁ QUE PAGARLA POR GRANDE QUE SEA SU VOLUMEN. Por ejemplo, la Deuda en dólares que permitió a Estados Unidos financiar la 2ª guerra mundial, sigue ahí, y constituye una ínfima parte del total de la Deuda viva de ese país. Ningún acreedor será tan tonto como para exigir el pago, porque mientras el emisor tenga imprentas, no le costará nada pagarla y el deudor cobraría en una moneda que, por su culpa, estaría infinitamente devaluada. El default sólo se da en países de segunda división que, para acceder a esos Mercados, deben nominar su Deuda en moneda extranjera que no podrá crear en sus imprentas.

Cuando comenzaron los problemas financieros en el mundo en 2007 se produjo una caída espectacular de cotización de la Deuda en euros emitida por los Estados pobres de Europa, abriéndose una brecha enorme con la deuda de los ricos, elevando la prima de riesgo a niveles que suponían el default de Grecia, Portugal, Irlanda y casi la nuestra y la de Italia. Podía haberse evitado unificando toda la Deuda en Eurobonos, pero la Metrópoli prefirió oponerse y seguir gozando de su baratísima financiación, ampliando así el diferencial con los países en problemas, a los que además, se abroncaba por haber hecho las cosas mal. Alemania era el único Estado que se beneficiaba de ese principio universal de impago de la Deuda de los países solventes. Al confiarle la Política Monetaria resultó que era el único en la zona euro que podía disponer a voluntad de la imprenta, los demás nos encontramos con una enorme cantidad de Deuda en moneda casi extranjera, empezamos a ver que la refinanciación nos costaba cada vez más cara, se estableció una carga sobre los pobres mayor que sobre los ricos, carga que no podía reducirse con devaluaciones.

A todos los países en problemas se nos aplicó la misma receta: recortes brutales del gasto público y subida de impuestos, es decir, políticas fiscales restrictivas, unido todo ello al encarecimiento del tipo de interés de nuestra deuda, cuando no de la imposibilidad de colocarla en el Mercado. Consecuencia: freno a las importaciones, sin caer en que, a la larga, es decir, ahora, eso haría caer en recesión a los ricos exportadores. La Metrópoli deja de vender a sus colonias porque éstas no pueden pagarle y las colonias tampoco pueden vender sus propios productos a la Metrópoli por la propia recesión de ésta.
Ya llevamos dos crisis seguidas, la famosa W, y tiene pinta de que llevamos camino de una tercera. Puestos a elegir letra, ya no nos sirve la W, mejor la O, más representativa del círculo vicioso en el que parece que nos encontramos.

Y ese movimiento circular origina fuerzas centrífugas, crece el euroescepticismo como crecen los nacionalismos en los diferentes Estados, se nos habla tan incesante como demagógicamente de una presunta unidad que no se ve por ningún sitio, porque la sensación es que los países miembros de la Comunidad no son nuestros socios sino nuestros competidores. En estas épocas de crisis no se ve solidaridad paneuropea sino una especie de sálvese quien pueda. Aquí y ahora vale todo, incluso vale maquillar hasta la falsedad las cuentas públicas tratando de ocultar la realidad a los socios.

Saldremos de esta crisis, de hecho estamos saliendo. Desde Moisés se cumplen los ciclos de siete años de vacas flacas y otros siete de gordas, y estamos acabando el séptimo de flacas, pero salimos a mucha más distancia de los líderes, Estados Unidos y China de la que nos sacaban al empezar.

La crisis ha sido un vendaval que ha levantado la camisa de la Comunidad Europea exhibiendo sus vergüenzas. Ha quedado evidente que hemos quedado a mitad de camino en el proceso de unidad, y digo nos hemos quedado, no digo que estemos, la situación actual va para largo. Nadie va a hacer nada para democratizar la toma de decisiones monetarias, aquí manda uno y punto. Además, los intereses de la clase política europea nos harán quedarnos aquí indefinidamente porque cualquier progreso hacia la unidad producirá una reducción exponencial de personas con poder, sueldos y prebendas, que desde el tratado de Roma no han parado de crecer. El actual sistema de unión monetaria con mantenimiento de los Estados y sus poderes fiscales es el paraíso de PARKINSON, el mayor ejemplo imaginable de pirámide burocrática creciente, que puede acabar asfixiándonos. Así no vamos a ninguna parte y si nos quedamos aquí la decadencia europea será inevitable. Nuestro futuro será el de convertirnos en un parque temático para vacaciones de americanos y chinos.

Sólo hay dos soluciones y ambas pasan por una premisa básica: que nuestros gobernantes sean democráticamente elegidos por nosotros, no como ahora que quienes rigen nuestra política monetaria son elegidos por los ciudadanos de uno sólo de nuestros socios/competidores por lo que las medidas adoptadas por ellos lógicamente buscan favorecer principalmente a sus electores.

La primera solución sería volver atrás, ser de verdad insolidario, recuperar la soberanía monetaria, arreglar nuestros problemas de la única forma que tradicionalmente sabemos hacerlo, a base de devaluaciones que hagan atractivos nuestros productos por precio ya que no lo son por calidad, acabar con la tiranía monetaria impuesta, reconducir la Unidad Europea a sus orígenes, es decir un mercado comunitario con libre circulación de mercancías y un fuerte arancel común y punto final. No aspirar a más. Cada país tendría otra vez su moneda y podría competir con los otros con medidas fiscales y monetarias, como un boxeador con dos puños, no como ahora que sólo tenemos uno, mientras Alemania tiene dos.

Quizás imaginar seriamente esa posibilidad haga comprender que, en esa situación, todos saldríamos perdiendo, y digo todos, posiblemente a prorrata del tamaño de cada Economía, es decir más pérdidas para los países ricos que para los pobres. Un endeudamiento como el que ahora tiene Alemania no se podría mantener con títulos emitidos en marcos salvo a tipos de interés muchísimo más elevados, y del proceso saldría un marco muy revaluado que dificultaría sus exportaciones.

La segunda y mejor solución, desde luego, sería transformar las fuerzas centrífugas en centrípetas, parir de verdad los Estados Unidos de Europa, con un único Gobierno y un Parlamento elegido por sufragio universal, un Presupuesto, una Agencia Tributaria, un Banco Central, una Diplomacia y un Ejército también únicos y una Deuda común, que nunca habría que pagar, y, como consecuencia de todo ello, con unos cuantos millones menos de burócratas.

Y es muy urgente, no podemos seguir en este impasse. Desde luego que ese proceso unificador absoluto no se puede hacer en un día, llevará muchos años, pero hay que empezarlo, urge la adopción de decisiones que nos comprometan seriamente a ello y que se inicien pasos en esa dirección, quizás tan espectaculares como la elaboración de una auténtica constitución y un referéndum paneuropeo aprobándola. Es necesario caminar en ese sentido para que Europa renazca económicamente y tenga en el concierto de las naciones el auténtico puesto de liderazgo que por historia y cultura le corresponde.

Joaquín Osuna Costa
Agente de Cambio y Bolsa
Notario
Agosto 2014

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