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EN LA POLÍTICA, LA CONFIANZA ES BUENA,
 PERO EL CONTROL ES MEJOR

 

Daniel Iborra

Daniel Iborra Fort, Notario de Vilafranca del Penedès (Barcelona)

          

 

 

 

 A finales del 2.008, un amigo me regaló un libro “La dictadura de la incompetencia” de Xavier Roig (LA CAMPANA 2.008), columnista del diario AVUI, profesor de la Universidad de Barcelona, director general de empresas multinacionales y que había tenido contacto con Administraciones Públicas de diferentes países

El libro me pareció de especial interés por la visión de la gestión pública, que estaba en la línea de la ciudadanía de los países más desarrollados políticamente y todo en un estilo desenfadado y lleno de ingenio.

En este libro, tan recomendable, hay un capítulo que analiza la calidad técnica de nuestra clase dirigente y que puede dar explicación al reciente desastre de la política económica española, durante la pasada década, cuando en una tormenta perfecta (el desarrollo y estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera internacional), el barco de la economía estaba en manos de tan incompetente gestores.

 Entonces sucedió lo que llamamos “el desastre perfecto”. O como concluyó el profesor Joaquin Muns “Hemos tenido la mala suerte histórica de que la peor crisis en muchas décadas haya coincidido con la peor clase política en muchos años”

Pero como siempre hay grados, hasta en la peor clase política, uno de los casos de más grave incompetencia se dio en la gestión pública de Cataluña.

El 8 de octubre del 2.008 y antes del conjunto de medidas anticrisis del mes de noviembre (Plan E), ya apuntamos que los problemas financieros en el sector público no derivaban de la insuficiencia de sus recursos sino de la falta de disciplina en el gasto público. “Una mala gestión de los recursos públicos es la garantía de que la ciudadanía no encontrará nunca satisfacción a sus necesidades. Si no se administran rigurosamente y con austeridad, con un plan de prioridades basado en el interés común y con una especial dedicación a la economía, base del bienestar general, los ingresos se perderán por resquicios cada vez más numerosos, sin que nunca lleguen a su destino final”.

Pero es que además, al producirse el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el sector público tenia que ajustar con diligencia e intensidad los gastos a la drástica reducción de ingresos y centrar su atención preferente en la potenciación del sector productivo (de cosas) para compensar la disminución de empleo y de recaudación fiscal del sector de casas.

 Buena parte del sector privado inició esta profunda reconversión con tal éxito que, el sector exportador, se ha convertido en el motor más activo de la economía y del equilibrio exterior.

 A diferencia de otras autonomías, como Navarra, que a mediados del 2.008 había aprobado un plan contra la crisis, con reducción del gasto público y mejora de la competitividad, con incentivos para sectores motrices como el automóvil y que fue apoyado por las principales fuerzas políticas y organizaciones empresariales y sindicales, los dirigentes catalanes estaban en otra cosa.

 Su centro de atención estaba más en la ampliación de las facultades y recursos de la gerencia que en la mejora de la capacidad productiva y de la competitividad de la economía catalana.

 Mientras duró el boom inmobiliario, los gastos fueron en paralelo al enorme crecimiento de ingresos debidos a la expansión de la construcción .Cuando, a partir del primer semestre del 2.006, estalla la burbuja inmobiliaria, el gasto público fue creciendo, anualmente, sin pausa y a pesar de la importante reducción de ingresos, hasta el 2010, en el que se produjo su relevo político.

Entonces se ocuparon de la promoción de las manifestaciones contra los ajustes del gasto que no controlaron a los ingresos que no promovieron.

Cuando, en el 2010, accede el Sr. Mas a la Presidencia, le dejan una herencia catastrófica en endeudamiento, déficit público, paro y recesión.

Si en ese momento hubiera denunciado la situación heredada y aplicado las mismas reformas a las que se han visto obligados todos los gobiernos de la Unión Europea que tenían parecidos problemas, es muy posible que actualmente tendría una mayoría amplísima, al haber identificado los responsables interiores de semejante desastre y no, como ahora, que están a las puertas de su sucesión.

 A todo ello ayudó la gran dependencia política del sector informativo catalán que tiene una larga tradición en enmascarar la responsabilidad de los gestores que aprueban las subvenciones. Esto no es grave si lo hacen bien, pero en caso de grave incompetencia, este camuflaje es letal para la ciudadanía.

La gestión pública de las condiciones de competitividad del sector productivo fue empeorando durante este periodo, de manera que, un buen número de empresas y particulares, se deslocalizaron tanto al exterior como por el interior, buscando un marco legal, laboral y fiscal más favorable para sus patrimonios y sus productos.

A esta falta de atención a los asuntos que más preocupan a la ciudadanía ayudó el sistema de gobernanza múltiple de partidos con programas diferentes y hasta contradictorios. La manera de evitar fracturas que pongan en riesgo la continuidad una coalición de estas características, es la de no tratar temas que pueden generar conflictos entre los socios.

Para que ello no se note demasiado, los dirigentes políticos se convierten en máquinas de distracción popular con mucho cuento, mucha memoria histórica, especialmente sobre la Guerra Civil que provoca encendidas pasiones, muchos juegos de manos y ofreciendo promesas de imposible cumplimiento.

En definitiva, mucho espectáculo, mucho ruido y pocas nueces y como los problemas y la falta de recursos van aflorando, mucho enemigo exterior, muchos los otros (no los nuestros) “nos roban” y muchos impuestos. Como gerentes acostumbran a ser muy malos pero como gestores de palabras y sentimientos, unos genios.

El problema de la técnica del desplazamiento de la responsabilidad al exterior es enormemente dañina en todos los campos., no sólo en el político. Por una parte porque oculta las fuentes internas de los problemas y al no corregirlos, hace insolubles las carencias .Pero, además, la conflictividad con el exterior, y especialmente si es con el mejor cliente del sector productivo tendrá graves consecuencias económicas de ahí que en un artículo publicado en 1995(y reproducido en NYR: UNA VISIÓN DIFERENTE DEL “DESAFECTO A ESPAÑA”) avanzamos los riesgos de esta estrategia.

“Si la clientela es la que determina la facturación, con ello la renta y el empleo, cualquier acción que la reduzca, supone una traición a los intereses de su pueblo.

Es indudable que, dada la productividad en este país de la manipulación de los instintos, obtendrá el que lo haga una buena rentabilidad electoral y, tal vez, le asegure un puesto en la vida pública pero a costa del empleo y la renta de los ciudadanos que, como siempre, serán los últimos en enterarse del engaño y los más perjudicados”.

Y es que hay dos tipos de políticos, los que se preocupan de la renta y del paro de todos y los que sólo se preocupan de lo suyo.

Esta despreocupación por la economía y el nivel de vida de los ciudadanos es lo que da explicación a que, en el último estudio de FUNCAS sobre el comportamiento de las autonomías en la crisis económica, Cataluña haya tenido unos resultados peores que los de las autonomías que mejor la aguantaron (Navarra, Madrid, País Vasco y Castilla y León), presentando un mayor deterioro en la evolución del paro y de la pobreza económica que la mayoría de ellas.

 Sin embargo, en lugar de “mover a una reflexión”, como solicitaba el editorial de LA VANGUARDIA del 19 de febrero de 2014, parece que se va a convertir la desidia política en crónica ya que la fragmentación política se está agudizando y eso que, actualmente, Cataluña se sitúa en el 2º puesto en el ranking de autonomías con mayor porcentaje de hogares considerados pobres, al coincidir la regresión con un mayor coste de la vida.

 Y es que, desde el inicio de la crisis, todavía los ciudadanos estamos esperando una acción común, decidida y competente de la clase política catalana para abordar las verdaderas preocupaciones de gran parte de la población : el crecimiento imparable de la pobreza familiar, la solución del desempleo, la reducción de la asfixiante y discriminatoria presión fiscal, la mejora de la calidad de los servicios públicos esenciales, la solución al bajo nivel del sistema educativo, la mejora del marco legal empresarial para incentivar la creación de empresas y evitar que las más importantes se desplacen por encontrar en otras zonas geográficas condiciones más competitivas y un futuro sin riesgo… y hasta la recuperación del gravísimo deterioro del sector industrial catalán como ha solicitado recientemente el COL-LEGI d ‘ECONOMISTES (desde 1995 a 2010, su peso ha descendido 10 puntos, desde el 28 al 18%, mientras que en el conjunto de España 6 y en la zona euro, un 4).

Esta falta de preparación y diligencia tal vez tenga una explicación. Estudiando los currículos de los parlamentarios de diferentes países, Xavier Roig reproduce los siguientes porcentajes, acompañándolos con las siguientes reflexiones (os lo traduzco porque el texto está en catalán, pido excusas por las posibles faltas):

“ORIGEN LABORAL DE LOS PARLAMENTARIOS

 SECTORES PUBLICO/ PRIVADO

ESPAÑA................................72%........28%

CATALUNYA........................68%........32%

FRANCIA..............................50%........50%

REINO UNIDO...................... 47%........53%

ITALIA..................................43%........57%

ESCOCIA...............................40%........60%.

"De todos modos, hay que hacer un par de puntualizaciones....... .

..Los parlamentarios catalanes provenientes del sector público no son de nivel alto. Quiero decir que de abogados del Estado, de ingenieros civiles o de jueces, no hay. Ahora, de gente que ha trabajado en «cuestiones sociales», culturales y solidarias, que se ha dedicado a estudiar cómo se integrarán los colectivos que según ellos quedan excluidos de la sociedad, a denunciar discriminaciones, etc., hay de todos los tamaños y de todos los colores. Han visitado Guatemala, África, donde se han «enriquecido espiritualmente» con una «gran experiencia». Es un parlamento alucinante. La pera limonera. No me extrañaría que un día de estos una ONG denunciara nuestro parlamento por intrusismo profesional.

El caso de los parlamentos francés y español es diferente. Los parlamentarios franceses y españoles provenientes del sector público son de alto nivel: jueces, abogados del Estado, ingenieros de obra pública, etc. La calidad de las leyes que promulgan debe ser, en consecuencia, mejor. Que nadie se enfade, pero las cosas son como son. Y no soy yo quien las ha diseñado.

...” intenten responder a la siguiente pregunta: con estas composiciones parlamentarias que acabo de exponer, ¿cómo quieren ustedes que las leyes que promulgan determinados parlamentos sean las que una sociedad moderna necesita? Nuestra sociedad no sólo debe encarar los fabulosos problemas que plantea la globalización, también debe encontrar soluciones para superar un montón de situaciones complejas que se le presentan cada día y que son cada vez más retorcidas. ¿De verdad creen que estos parlamentos aprobarán fácilmente reformas de la función pública que se adapten al individuo libre e independiente? ¿A alguien le ha pasado por la cabeza, aunque sea por la antesala del cerebro, que un parlamento de este tipo pueda dictar leyes capaces, de estimular la competitividad, de asegurar una educación libre que fomente el espíritu crítico e inconformista, de defender los intereses de las empresas y de los trabajadores no de los puestos de trabajo, que es la obsesión del funcionario y su internacionalización y movilidad? Necesitamos unas leyes que ayuden a la sociedad a prepararse para encarar eficazmente los retos del futuro. Pero así es imposible producirlas... "

 "Ahora que hemos visto la composición, se entiende por qué el Parlamento de Cataluña hace tanta proclama constante, tanta "ley social "-que queda muy bien pero que luego no se puede aplicar, tantas declaraciones inflamadas de solidaridad y tantas y tantas disposiciones y decisiones, la productividad de las cuales no puede ser medida. Porque los que promulgan estas leyes mayoritariamente son gente que no está acostumbrada a que se la controle y mida, se la premie o castigue, que se le obligue a competir con nadie. Nunca nadie ha puesto en una balanza contable lo que cuestan sus actos y el beneficio que se obtiene. A diferencia de otros oficios, no hay ningún sistema de control objetivo que evalúe su trabajo ...... "

.... “Pues bien, estamos ante un Parlamento - el de Cataluña, por ejemplo- que no sirve y es peligroso. ¿De qué me sirve tener parlamentarios de derechas y de izquierdas si no hay ninguno que sepa hacer las leyes que necesito, porque no tienen ni idea de lo que necesito? ¿De qué me sirve este parlamento si no hay nadie que sepa leer un balance y ni siquiera tiene miembros que sepan lo que es luchar verdaderamente cada día por el lugar de trabajo? " … (Xavier Roig)

Si demostraron sobradamente su incapacidad para gestionar (ni la vieron) una de las mayores crisis económicas que se recuerdan ¿qué garantías nos ofrecen de que sus promesas se cumplirán en un futuro que no existe?

 Basta repasar el reciente informe del Tribunal de Cuentas sobre la situación contable de los partidos políticos que concluye que, en el cierre de 2011, había 17 y entre ellos los que están asumiendo un mayor protagonismo en la política catalana, con patrimonio neto negativo ¿Como nos van a convencer de que sus propuestas económicas y su preparación nos van a sacar de la crisis si su gestión del patrimonio propio les ha llevado a la quiebra? ¿A cuantos de ellos les encomendarían la dirección una función relevante en una empresa? Si no se atreven a encargarles un trabajo concreto ¿Por qué confían que gestionarán mejor el complejo mundo de la Economía de un país?

REFLEXIONES FINALES: Pero, también deberíamos hacer una autocrítica, porque ¿Cómo podemos quejarnos de los políticos si los hemos escogido nosotros?

¿Por qué nos escandalizamos, ahora, de los aeropuertos sin aviones, las autopistas sin vehículos y tantas infraestructuras inútiles y no lo hicimos antes de su construcción, cuando aún estábamos a tiempo de evitarlo?

¿Por qué nos quejamos de la falta de competencia de tantos dirigentes políticos si aceptamos su nombramiento para desempeñar funciones en las que no estaban capacitados, sin hacer ninguna crítica?

¿Por qué les confiamos la gestión de nuestros impuestos y no vigilamos su gasto?

¿Por qué nos quejamos de la corrupción generalizada si permitimos a los políticos que ganaban las elecciones que se repartieran el Estado como un botín, como si estuviéramos en la Edad Media y no como en los países democráticos avanzados, en los que se considera que el Estado es de la sociedad y los políticos son servidores públicos y gestores de dinero ajeno?

 ¿Por qué no sospechamos que los políticos pueden tener objetivos egoístas y contradictorios con los intereses generales y que esta tendencia se agudiza en sociedades poco diligentes y maduras que descuidan su control?

¿Por qué les seguimos en sus proyectos y sueños, que sólo ellos se benefician, sin exigir que nos aclaren el camino, los riesgos que pueden recaer en nosotros, el destino final y lo que nos va a costar ya que, como se ha demostrado reiteradamente, acabamos siendo los únicos “paganos”?

¿Por qué dejamos que los verdaderos responsables del déficit público, del paro, de la ruina de tantas instituciones y sectores y de las deficiencias de los servicios sociales, encabecen las manifestaciones de protesta contra las mismas?

¿Por qué confiamos que resolverán el grave problema del paro los que reiteradamente han demostrado en sus anteriores gestiones que no lo hicieron?

 ¿Por qué tienen que llevar bien la gestión pública de las empresas de una economía los que no pueden demostrar que hayan triunfado en ninguna?

¿Cuando aprenderemos, de una vez, que el destino económico de una empresa y el futuro de sus trabajadores y socios no dependen del reparto de poder entre los apoderados, gerentes y administradores, sino de la calidad de la producción? ¿Alguien confiaría en una empresa en la que la principal preocupación de sus gerentes es su ambición personal y no la satisfacción de sus clientes?

¿Cuándo reservaremos el nombre de progresistas a los políticos que hacen progresar el nivel de vida de sus pueblos y no sólo el de ellos? ¿ Quienes son más progresistas y quieren más a sus pueblos, los actuales dirigentes venezolanos que llenan las calles de grandes muchedumbres, entre banderas y cantos patrióticos, mientras dejan desabastecidas las estanterías de sus ciudadanos de bienes y servicios necesarios y de libertades fundamentales o los discretos políticos chilenos que no buscan enemigos exteriores para sus problemas porque han concluido que es el camino del esfuerzo, de la calidad educativa y la formación laboral y del cumplimiento de las leyes y obligaciones el único que puede hacer realidad las promesas políticas?

Y, finalmente, ¿no es un buen momento para exigir a los gestores públicos y para las situaciones de malversación y apropiación de caudales públicos, de negligencia e incompetencia grave y de incumplimiento fraudulento de compromisos sociales, un ámbito de responsabilidad semejante a los que ellos aplican a los ciudadanos?

Aunque, si ante los graves problemas económicos y sociales no reconocemos nuestra responsabilidad en la elección y en la vigilancia de los gestores públicos y descargamos nuestra ira en los que hemos escogido y les insultamos indiscriminadamente sin valorarles su dedicación personal, que en muchos casos es desproporcionada, les retiramos la compensación económica que corresponde a su verdadera valía y ocupación y les exigimos tanta responsabilidad ¿Estamos seguros que estamos allanando el camino para que en el futuro se dediquen a la política los mejores? ¿No nos estaremos equivocando nuevamente?

 Un día, un amigo alemán, alarmado por el nivel de corrupción y de incompetencia política nuestra me dijo que, en Alemania, saben que estas cosas no pasan por casualidad y que se reproducen y amplían por la desidia y falta de diligencia de la ciudadanía y de sus entidades sociales más representativas. Y me dejó la siguiente recomendación: En la política, la confianza es buena pero el control es mejor

Vilafranca del Penedés, 23 de abril de 2.014.

 

DANIEL IBORRA FORT. NOTARIO Y ANALISTA DE INVERSIONES

 

 

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