Recordando a Carmen Gomà Roger.

Recordando a Carmen Gomà Roger.

Admin, 05/03/2018

 

RECORDANDO A CARMEN GOMÀ ROGER

 

Juan José Ortín, registrador

 

El autor, a la par que rememora la figura de Carmen Gomà, rinde también homenaje a todas aquellas compañeras que con tanto sacrificio llegaron a ser registradoras y notarias en unos años muy difíciles

 

El pasado 31 de enero de este año falleció nuestra compañera Carmen Gomà Roger a los 102 años de edad. Sorprende sinceramente que no se le haya hecho el recordatorio que se merece.

Carmen Gomà nació en Lérida en 1915 y siempre estuvo muy vinculada a aquella provincia catalana. Su marido José María Boixareu fue un importante industrial y alcalde de la Pobla de Segur durante 20 años, desde 1950 a 1970. El gran escritor Josep Pla solía visitar al matrimonio con regularidad en su casa de La Pobla y en uno de sus libros destaca la excelente «truita de bolets» que les preparaba la señora Boixareu, quien, al decir de Pla, ostentaba un importante cargo estatal en Barcelona. De manera solapada Pla aludía al cargo de registradora de la propiedad de Barcelona. En el ejercicio de su profesión fue ajena a todo boato y cargo corporativo y se mantuvo siempre pegada al terreno en el día a día del ejercicio profesional.

Recordando a Carmen Gomà Roger.

Fue una gran compañera, presta siempre a ayudar a los demás, cosa que agradecíamos los que empezamos a ejercer a principio de los ochenta, siempre atentos a sus consejos. Era una gran experta en arte y aficionó a muchos compañeros en ese camino, pero siendo muchos los motivos por los que queremos recordarla, queremos especialmente hacerlo porque fue una de las mujeres pioneras en acceder al puesto de registradora de la propiedad. A día de hoy nuestras compañeras copan el mayor número de plazas que se sacan a oposición, pero en los años 40, la nueva Ley Hipotecaria del 44-46 prohibió el acceso que había abierto el periodo republicano.

Las oportunidades profesionales que este periodo abrió fueron cerradas de manera progresiva por la influencia de Falange en el nuevo régimen. En el ámbito de las profesiones legales se había iniciado una larga lucha a partir de los primeros años veinte en la que destacaron Victoria Kent y Clara Campoamor que fueron de las primeras mujeres admitidas como miembros de un Colegio de Abogados. En el estudio que hizo Gloria Nielfa «Family Law, Legal Reforms, Female Lawyers and Feminist Claims in Spain, 1868-1950» para el libro «New Perspectives on European Women´s Legal History» dirigido por Sara L. Kimble y Marion Röwekamp, leemos lo siguiente: «En 1924, Carmen López Bonilla, licenciada en Derecho, solicitó a la Presidencia del Consejo Militar de la Dictadura la publicación de un Decreto bajo el cual fuera permitido a las mujeres presentarse a exámenes para convertirse en notario, registrador de la propiedad, etc. Su petición fue denegada basándose en la contradicción que representaba en relación con los limitados derechos de las mujeres en general, que no podían ser testigos en testamentos y, muy especialmente, en relación con la especial situación de la mujer casada, que necesitaba autorización marital para un considerable número de actos. En 1928, varias mujeres estudiantes de Derecho elevaron la misma petición al Ministro de Justicia, pero la cuestión no fue resuelta.

En abril de 1931, el gobierno provisional de la República publicó un Decreto de 29 de abril, ratificado como Ley por la Ley de 30/12/1931, bajo el cual se permitía a las mujeres presentarse a las oposiciones a notarías y registros, pero seguían sin tener acceso a todas las salidas profesionales que comportaba la titulación de licenciado en Derecho, lo que motivó protestas en artículos periodísticos de Josefina Carabias y una petición de Clara Campoamor al Ministro de Justicia para que pudieran acceder a las oposiciones de Juez o Fiscal, petición que fue reiterada un año después por la letrada Teresa Argemí. Sin embargo, a pesar de invocar un buen número de preceptos constitucionales y el Decreto mencionado y después ratificado como Ley, se denegó la petición de acceso a esos puestos. Según el estudio de Gloria Nielfa, en relación con notarías y registros, «no hay pruebas de que ninguna mujer asumiera estos cargos en el breve periodo de la República, aunque si hay una publicación oficial que demuestra que dos mujeres se inscribieron a las oposiciones a registros». Se trataba de la lista de candidatos aceptados para participar en las oposiciones a Registros de 20 de enero de 1936, publicada en la Gaceta de Madrid el día siguiente.

El TR de la Ley Hipotecaria de 1944-1946 estableció como requisito para participar en las oposiciones ser varón. Sólo hace falta leer el artículo 279 de la LH para percatarse. Sin embargo, al amparo de la legislación republicana, entre 1941 y 1946 entraron en el Cuerpo siete aspirantes: Beatriz Blesa Rodríguez, María de los Ángeles Torcida Fuente, Celia Puente Ojea, Carmen Bono Huerta, todas ellas en la promoción de 1941 y María Teresa Guerreira Marcos, Ana Viola Sauret y Carmen Gomà Roger, en la de 1946. Se da la circunstancia de que con Carmen Gomà se cierra el acceso de las mujeres al Cuerpo de Registradores por un largo periodo, acceso que solo volvió a reabrirse en una ocasión en la promoción de 1954, en la que entró Encarnación Torres Vida, porque para suavizar el rigor de la prohibición, nos cuenta Antonio Pau Pedrón, una Orden Ministerial de 18 de noviembre de 1948 reconoció a las mujeres que habían iniciado la carrera antes de 1945 la posibilidad de opositar a Registros. Volvió a permitirse el acceso indiscriminado en 1961 cuando la Ley 56/1961 de 22 de julio sobre derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer levantó la prohibición. Fue unos años después cuando accedió María Consuelo Movellán Gutiérrez en 1968 tras muchos años esperando que se abriera la puerta de una vez, si bien en la promoción de 1964 ya había ingresado otra compañera, María Luisa Leira Martínez, que contaba con 25 años cuando se levantó la prohibición. En la judicatura y el ministerio público la prohibición no se derogó hasta 1966. Aún así, la Ley de 1961 no levantó la necesidad de autorización marital expresa para el ejercicio profesional, que no fue eliminada hasta 1975.

En el Notariado, el artículo 6 del RN de 2 de junio de 1944 exigió la condición de varón para tomar parte en las oposiciones en contra del Decreto de 29 de abril de 1931 ratificado por la Ley de 30 de diciembre de aquel año. No obstante se establece una Disposición Transitoria por la cual se dan dos oportunidades a las mujeres que habían suscrito la solicitud para tomar parte en oposiciones anteriores. En la primera oportunidad en 1944 entra Margarita Baudín Sánchez y a la segunda en 1947 Carolina Bono Huerta en 1947. Previamente había entrado en el Notariado en 1942 Consuelo Mendizábal Álvarez, que fue la primera mujer que ostentó el cargo de Notario en nuestro país.

Recordando a Carmen Gomà Roger.

Al rendir tributo a Carmen Gomà queremos hacerlo también a todas aquellas compañeras que con tanto sacrificio llegaron a ser registradoras y notarias en unos años muy difíciles, por la predisposición de muchos miembros del Tribunal en su contra, por la presión de contar con sólo dos convocatorias para entrar antes de implantar de manera efectiva la prohibición y por la prohibición generalizada de acceder impuestas por la Ley Hipotecaria y el Reglamento Notarial, salvando las disposiciones transitorias comentadas. También queremos homenajear a todas aquellas mujeres que en los años de la prohibición tuvieron que renunciar y especialmente a aquellas que a pesar de la losa que se les vino encima perseveraron como María Consuelo Movellán que entró levantada la prohibición y a quién Martin Abril dedicó en el diario Ya un emocionado artículo titulado «Bella Terquedad». En el Notariado, no conozco un caso parecido al de María Consuelo. Tras la Ley 56/1961 la primera mujer que accede al cargo de Notario fue María Rosa Cameno Iglesias en 1969, pero que, por cuestiones de edad, obviamente, no estaba entre las compañeras que opositaban en los años 40.

Me consta que estas compañeras de las dos hornadas de los años 40 lucharon desde dentro para que fuera abolida la prohibición, como me reconoció María Consuelo Movellán en 1982, año de su jubilación, cuando di posesión como interino que era del Registro de Tarrasa 2 a su compañero y amigo Abelardo Gil Marqués.

No podemos terminar este recordatorio de Carmen Gomà Roger sin dejar de citar lo que un nieto suyo, Javier Roses Boixareu, dijo en su despedida: “Podemos decir que fue una avanzada a su tiempo. Nació en una sociedad muy diferente a la que hoy conocemos. Es cierto que disponer de una capacidad intelectual como la suya facilitaba la labor, pero aún así la labor fue encomiable. A nadie le preparan para vivir en el futuro, sino que nos preparan para replicar la vida de los que nos han precedido. Adelantarse al tiempo de uno mismo significa entender que aquello que la gente espera de ti no es la meta que te has de fijar. El inconformismo te lleva a fijarte metas cada vez más lejanas, que te permitan ser pionero –en este caso pionera- y ejemplo a seguir por las generaciones que te siguen. Si la época en que vivió esperaba de ella la preparación para una vida dedicada al hogar y la familia, ella decidió prepararse para una vida profesional y de mundo como pocas personas hemos conocido”.

Nada que añadir a tan acertadas palabras de su nieto. Descanse en paz nuestra formidable compañera Carmen Gomà Roger. En nuestros días, en que una compañera ha accedido al cargo de Decano nacional, el recuerdo de personas como Carmen Gomà me parece obligado.

Juan José Ortín

Recordando a Carmen Gomà Roger.

Promoción Registradores 1946, con Carmen_Goma_Roger

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