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Una propuesta progresista para la reforma constitucional en España

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

 

En el prólogo de mi libro ¿CUANDO SALDREMOS DE LA CRISIS? (2.009), decía que, con el tiempo, me había especializado en escribir sobre las crisis porque, como se me reducía tanto el trabajo profesional, me podía dedicar a ello.

Y esto es lo que me está pasando desde principio de este año, por lo que estoy aprovechando para ordenar y repasar todo lo que me ha parecido de interés durante el 2015. Y entre los textos, he encontrado alguno de gran interés.

  Creo que la misión de la ciudadanía es la de lograr una democracia eficiente al servicio de los contribuyentes, que son los que la financian.

El sistema político más útil socialmente es el que proporciona a la población más calidad de salario en especie (sanidad, educación, justicia…) en relación a los impuestos que administra.

La eficacia del Estado dependerá de la calidad del dirigente público, cuanto más competente mejor gestor.

Es muy importante que los políticos estén al tanto de las reformas estructurales que más éxito han tenido en otros países para solucionar los principales problemas de la sociedad, como el desempleo.

Y también es fundamental que reduzcan los costes de funcionamiento de la administración y establezcan mecanismos para eliminar la corrupción, con el objeto de que revierta a la ciudadanía el mayor número de ingresos fiscales.

En esta línea están los dos líderes progresistas, el italiano Renzi y el francés Valls, ambos socialistas.

Para asegurar la solvencia del Estado y mejorar la capacidad competitiva de su economía, que tanta importancia tiene sobre la renta y el trabajo y, en definitiva, el sostenimiento del Estado del bienestar, están acometiendo reformas muy profundas.

Por ejemplo, Valls, con la mejora del régimen legal  empresarial  y especialmente por su significado político, la proyectada reforma laboral que “va a ser importante, más agresiva que la de España en recursos financieros y que la que se hizo en Alemania en flexibilización“. Los puntos básicos son el de la potenciación de la formación, la descentralización de la negociación colectiva, lo que puede afectar al mantenimiento de la semana laboral de 35 horas y  eliminar las rigideces del mercado laboral. (El Mundo 23 de enero de 2.016).

Y, por otra parte, con la reducción de la estructura administrativa regional, de 22 a 13 regiones.

Y Renzi, con el conjunto de cambios para ampliar la productividad empresarial (flexibilidad laboral, reducción de impuestos y de trabas para la creación de empresas…) y dos reformas que considero de interés para el momento actual en España.  

La reducción de la burocracia y del gasto público inútil y entre este paquete de medidas, está el ajuste de la organización regional, provincial y municipal y la reforma electoral que garantiza, al otorgar un premio de una mayoría del 55% de los escaños a la lista que supere el 40% de los votos y en el caso de que ninguna de las listas alcanzase tal umbral, las dos más votadas irían a una segunda vuelta. Y fue aprobada por 334 votos a favor y 61 en contra (El País 4 de mayo de 2.015).

Este cambio tan radical, que Renzi consideró que con ello “Italia será un país más libre y más justo” ya que opinaba que “la responsabilidad de la crisis está en mi país y no en Europa y en la competitividad de su economía y en el mal funcionamiento de su Estado” (El País 30/5/2014), está explicado muy claramente por Sergio Fabbrini (Luiss School of Government) en una interesantísima entrevista en ABC, el 15 de marzo del 2.015. De esta recojo lo siguiente:

“El desorden fue consecuencia de la reforma realizada en 2.001 por el Gobierno de Massimo D’Alema. Entonces se traspasó a las regiones un considerable número de competencias. El centro-izquierda pretendió así quitar el agua a los peces de una Liga del Norte que era cada día más fuerte. Pero esta situación trajo conflictos constantes entre Roma y los gobiernos regionales en numerosas políticas… El Tribunal Constitucional se vio inundado de conflictos sobre competencias……las regiones recibieron muchas competencias y han demostrado que no supieron utilizarlas. La corrupción de los políticos del ámbito regional ha superado a la corrupción de los políticos del ámbito nacional.

El nuevo sistema electoral permitirá que se llegue al “ballottagio” (segunda votación) con dos partidos. No habrá gobiernos de coalición con pequeños partidos que puedan chantajear constantemente a los grandes partidos. Con el sistema anterior, los gobiernos eran débiles: en la primera República duraban una media de once meses y el Gabinete de Prodi en 2.006-2.008 estuvo constituido por doce partidos ¿Cómo se puede gobernar así?

Daniel Iborra Fort, 5 de febrero de 2.016

. PD Escribiendo el texto anterior con fecha 4 de febrero en El País leo uno de los artículos indispensables para comprender los fundamentos de la Unión Europea y los riesgos, no sólo económicos, de su fracaso. “Salvar Europa” de Mario Monti.

 

SECCIÓN OPINIÓN

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Bodega Güell en Garraf (Barcelona)

Bodega Güell en Garraf (Barcelona)

 

¿Feliz 2016?: La economía española antes y después del 20-D.

 

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

 

 

Lo que he apreciado en el despacho, más que un crecimiento de operaciones, que ha sido modesto, es un cambio en los receptores del crédito.

Durante el período del boom, iba destinado, en su mayor proporción, a la inversión inmobiliaria y a un consumo suntuoso que no se correspondía con el nivel de renta de los consumidores, lo que provocó una inflación de precios en los inmuebles y un crecimiento del déficit comercial exterior y del endeudamiento general, hasta niveles históricos.

Ahora se concentra, fundamentalmente, en el sector productivo, por lo que al mejorar su solvencia, se asegura el crecimiento de la producción, del empleo y hasta de los ingresos públicos y las prestaciones sociales.

De esta manera, se están asentando las bases para un crecimiento más estable y real, siendo difícil que alcancemos el ritmo vertiginoso de los años de la burbuja inmobiliaria, cuyo motor principal fue el crédito (y no el trabajo).

Nuestra previsión para el 2016 es que, si continuamos la política de ajustar los gastos a los ingresos públicos (a la que estamos obligados por nuestros compromisos con la UE.) y en mejorar la competitividad de la economía, el crecimiento puede seguir.

Pero si, como consecuencia de la inestabilidad política cambiamos de dirección, seguramente para los mercados financieros no tendremos la misma solvencia y los tipos de interés subirán a un nivel difícilmente asumible para los ciudadanos, las empresas y el sector público que acumula un endeudamiento creciente derivado de la falta de ajuste de su gasto a la reducción de ingresos que se produjo durante nuestra gran crisis.

En esta situación de pérdida de confianza exterior, la disminución del gasto público se tendrá que acelerar e intensificar, dado el incremento de los costes financieros que se irán comiendo una mayor proporción de recursos.

Este ajuste traumático lo tendrán que ejecutar políticos que han prometido mejorar las prestaciones, con la consiguiente decepción social.

Es lo que está actualmente pasando en Grecia que a lo que se llama la “rendición de Tsipras ante los acreedores” (recorte de pensiones, desahucios, edad de jubilación…) de momento, en menos de un mes (12 de noviembre y 3 de diciembre) ha costado al gobierno 2 huelgas generales, con las correspondientes manifestaciones de ”indignados”.

Uno de nuestros principales problemas es el deterioro progresivo de la calidad de nuestros políticos estimulada por la falta de responsabilidad por su incompetencia o por el fraude a los ciudadanos. Basta comparar el nivel profesional de los que crearon la Constitución con los que actualmente pretenden modificarla o sustituirla.

A bastantes de ellos se les puede aplicar lo que se criticaba de la “nueva cocina”, “nada en el plato, todo en la cuenta”, adaptándolo por el “nada en la gestión, todo en la  propaganda”.

Vilafranca del Penedès, 14 diciembre de 2015. Daniel Iborra Fort

 

* Breve respuesta al cuestionario de PENEDÈS ECONÒMIC sobre cómo, desde una notaría, se ve nuestra actual situación económica y su previsión para el 2016.

 

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Clos La Plana en Sant Pere de Ribes (Barcelona). Por Mick Stephenson

Clos La Plana en Sant Pere de Ribes (Barcelona). Por Mick Stephenson

 

Dirigir una democracia no es como gestionar una empresa

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

 

       Desde nuestros primeros artículos venimos repitiendo que la economía es la base de los derechos sociales y que, para tener un alto nivel de vida un país, su sistema productivo ha de alcanzar un nivel similar de competitividad.

         En consecuencia, no son de las promesas de los políticos, sino del éxito de los productos y de los servicios nacionales en los mercados, de lo que dependen el nivel de renta de la población, la remuneración, la seguridad y la cantidad del empleo, la financiación de los servicios públicos y las prestaciones sociales y, en definitiva, la calidad del Estado del bienestar.

         Es, pues, la competitividad del sistema productivo el motor del desarrollo de los pueblos

         Y ésta, no depende del régimen político del país, porque nadie compra los productos discriminándolos políticamente según el respeto de los gobiernos de los derechos humanos y las libertades públicas.

          Entre los países de más desarrollo los hay democráticos y también autoritarios (ejm China) pero todos ellos van por la senda del esfuerzo y toman parecidas medidas para mejorar la calidad de su producción. Fundamentalmente, mejorar el sistema educativo, dotar de un marco legal, laboral, financiero y tributario que incentive la creación de empresas, lograr un equilibrio en las cuentas públicas… Lo que se llaman medidas estructurales.

          ¿Por qué las medidas estructurales, que son tan claras como sus beneficiosos efectos sobre la economía y la ciudadanía cuestan tanto que sean aprobadas y casi siempre se hace en situaciones extremas y ello en todo tipo de sistemas políticos sean democráticos o autoritarios?

           En cuanto a estos últimos, en una serie que publicamos en el periódico económico Expansión y en un artículo sobre el ejemplo cubano ¿Por qué Cuba es tan pobre? exponíamos las razones de que no se estuvieran aplicando las medidas que tanto éxito habían tenido en China.

           A pesar de las críticas, la experiencia política china nos parecía enormemente beneficiosa para la población, tanto en materia de bienestar material como, aunque pareciera un despropósito, para el futuro del sistema de libertades de la misma pues “Cuando un sistema político autoritario apuesta con éxito por el crecimiento del país y la satisfacción de las necesidades materiales de la población, la clase dirigente está asentando los fundamentos de un nuevo régimen político de naturaleza democrática

         Pero este no era el caso de los dirigentes cubanos o los de Corea del Norte, sus propósitos eran otros:

         “Las dictaduras sólo pueden arraigar en sociedades, económica, social y culturalmente subdesarrolladas, de forma que el progreso económico es su más eficaz enemigo. Ya que, superadas por la población sus necesidades materiales, el ansia de desarrollo personal y de participación política y social de los ciudadanos forzará a un radical cambio político.

          La forma de que, una vez implantado un sistema dictatorial, éste sea viable es encadenar a la miseria a su población para que, así, cuantos más ciudadanos estén bajo el límite de subsistencia, menor presión habrá para la implantación de un sistema político democrático.

           Su sistema económico es ineficaz porque así lo exigen la supervivencia del régimen político y la estructura de poder e intereses de su clase dirigente” (actualmente se diría “casta dirigente”).

            Para estos países que apuestan decididamente por un sistema dictatorial perpetuo, la expresión pan y libertad son incompatibles. Si dieran a su pueblo pan (progreso económico) luego pediría libertad y democracia.

            Y en cuanto a las democracias, determinadas medidas, como las reformas laborales y de gasto público, pueden arruinar las expectativas electorales de sus dirigentes políticos.

             Hace algún tiempo, un cliente me manifestó su queja de que las medidas que estaba tomando nuestro gobierno en materia laboral y de reducción de gasto público y de funcionarios eran demasiado tímidas y que deberían ser más radicales y le contesté que dirigir una democracia no es como gestionar una empresa.

             Todo lo que decía tenía sentido en una empresa, pero en una democracia ¿con cuántos votos contaría para hacer llevar a cabo sus propuestas? ¿Ha calculado el número de personas afectadas por estas medidas y su reacción en las votaciones?

            Y para aclarárselo le puse los siguientes ejemplos de países con mayor nivel de renta y de cultura y con más experiencia democrática que el nuestro:

Göran Person, que fue ministro de economía socialista de Suecia en 1996 y que reformó el Estado de bienestar para hacerlo viable, describía esta situación con las siguientes palabras que utilizamos en un artículo anterior: “Cuando fui nombrado ministro de economía en 1996, el déficit presupuestario de Suecia superaba de largo el 10%” …Recortar esa deuda nos humillaba. Y para lograrlo tenía dos caminos, hacer lo que debía y no ser reelegido o no hacer nada y seguramente no ser reelegido … pero además perjudicar con mi inacción a mi país..Nos costó seis años que las reformas dieran resultados, redujimos -fundamental- los costes laborales, los salarios y recobramos la competitividad de nuestra industria exportadora, crecimos. Y reformamos pensiones, la administración, los subsidios de paro. Y me convertí en el ministro de economía menos valorado de la historia de Suecia, pero 4 años después si que volvieron a votarme. Un país que debe esa barbaridad de dinero ni es soberano ni tiene democracia que valga, porque no es dueño de sí mismo” …y si no es demócrata, tampoco puede ser social.

          Sin embargo, en Alemania, la experiencia no fue tan positiva para sus dirigentes.

           Joaquim Möller, director del Instituto de Investigación del Empleo del Gobierno de Alemania exponía, también en La Vanguardia, la experiencia del canciller socialista Shröder que entre el 2.003 y el 2005 completó la agenda 2010, un cambio radical en materia laboral.

           “Si lo hubiera hecho la derecha, Alemania hubiera ardido”.

           Me lo explicó él mismo: sabía que le costaría el cargo, pero también que lo hubiera perdido si no lo hacía. Y está orgulloso de haber devuelto el empleo a millones de alemanes.

          “Al parado hay que apoyarle, pero también exigirle”..”.. Hay que desincentivarle la tentación de que rechace buenos empleos para seguir cobrando sin trabajar, pero también ayudarle a que se forme y a encontrar empleo.

           Reformaron la agencia de empleo para hacerla más eficiente y acortaron a un año el subsidio de paro. Tras el año, el parado sólo cobraba una ayuda de mera subsistencia y sólo si no tenía ahorros ni otros ingresos. Se reforzó la formación profesional y se ayudó a los emprendedores para que crearan empresas… por primera vez en 30 años las reformas estructurales redujeron el paro estructural, aumentaron la flexibilidad y así reforzaron el pacto social en las empresas”.

            Como podéis comprobar las medidas estructurales son parecidas (como actualmente intentan, con gran oposición social y sindical, los socialistas Renzi en Italia y Valls en Francia) y se asemejan a las que tomaría un buen gestor en cualquier empresa, sea pública o privada.

           Los ejemplos anteriores nos permiten diferenciar dos tipos de políticos, los que anteponen sus ideas e intereses a los de sus pueblos y los que adaptan la gestión en favor de toda la ciudadanía.

           Pero para tener este tipo de dirigentes públicos, la sociedad los debe votar y sólo una ciudadanía de gran madurez o en situaciones dramáticas, evitará dejarse seducir por partidos competidores que proponen, para resolver sus problemas económicos y sociales, soluciones rápidas y “sin esfuerzo” (y “sin acreditar su financiación”).

          De ahí que, habitualmente, sea tan difícil aprobar las reformas estructurales necesarias para mejorar la competitividad de las economías.

 

VILAFRANCA DEL PENEDÉS, 17 DE NOVIEMBRE DE 2015

DANIEL IBORRA FORT

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San Sadurní de Noya (Barcelona). Parroquia. Por Digigalos

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