Alfonso Ventoso Escribano se jubila

Admin, 23/01/2021

ALFONSO VENTOSO SE JUBILA

(Homenaje de Carlos Pérez Ramos, Salvador Torres Escámez, Angel Sulleiro Carballeira y David Hurtado Cañas)

-OoO-

  

Esta Dirección General ha acordado jubilar, con efectos de 31 de agosto de 2020, a don Alfonso Ventoso Escribano, registrador de bienes muebles Central II, por tener cumplida la edad de setenta años, que tiene categoría personal de 1.ª clase y el número 2 en el Escalafón del Cuerpo”.

Tras la frialdad de la prosa mecánica, monótona y distante de la Resolución de la DGSJ y FP de 15 de septiembre de 2020 se encuentra una vida dedicada al Derecho Privado y un jurista excepcional como ha sido, y es Alfonso Ventoso Escribano.

 Alfonso Ventoso que ha cesado en su Registro desde el 31 de diciembre de 2020 ha sido todo lo que en nuestros Cuerpos se puede ser.

 Como Notario no se limitó a ejercer con dedicación, entusiasmo y vocación de servicio su profesión sino que además cursó oposiciones restringidas, ejerció cargos en el Colegio Notarial de Madrid y en el Consejo General del Notariado, y durante más de una década fue uno de los preparadores de dictamen más reconocidos e importantes como da fe no solo la cantidad de opositores que hoy son notarios gracias a Alfonso Ventoso, sino también el dato de que los números 1 de las cuatro últimas oposiciones entre notarios en su día fueron alumnos de libres de Alfonso Ventoso.
 Como Registrador, profesión que ejerció los últimos años de su carrera, desempeñó su cargo, con gran estudio, accesibilidad, y seriedad en el Registro de la Propiedad, el Registro Mercantil y finalmente el de Bienes Muebles.

 Pero siendo mucho lo anterior, Alfonso Ventoso no se ha limitado a desarrollar profesionalmente las dos facetas que conformar la seguridad jurídica preventiva, sino que además nunca ha dejado de estudiar, enseñar y escribir como atestiguan sus números artículos jurídicos https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=46146, libros y su tesis doctoral que le permitió alcanzar con honores el título de Doctor, con su ya clásica tesis “La Administración y Disposición de los bienes de los menores”.

Pero además, Alfonso Ventoso no solo ha sido un destacado Notario, Registrador, maestro y preparador, ha sido un gran jurista y sobre todo una buena persona que ha dejado huella en todos aquellos que hemos tenido el privilegio de tratarle.

 Por todo ello con ocasión de su jubilación se merece un homenaje. No obstante, las actuales circunstancias impiden celebrarlo aunque no impiden que cuatro compañeros representativos de las tres facetas que Alfonso Ventoso ha cultivado como jurista publiquen unas notas de agradecimiento que pueden llegar a él y a todos los que le admiramos y queremos a través de la oportunidad que amablemente nos brinda notariosyregistradores.com cuyo espíritu de concordia entre los dos pilares de la seguridad jurídica preventiva y vocación de estudio y divulgación encajan a la perfección con la personalidad de Alfonso Ventoso.

 

“NIHIL POTIOR IN IURE” (Salvador Torres Escámez. Notario jubilado).

El pasado día 31 de diciembre envié al chat en el que participamos varios compañeros de la promoción notarial de 1975 el siguiente mensaje:

“Si no me equivoco, hoy cesa en el trabajo nuestro compañero Alfonso Ventoso. El destino no podría haber elegido mejor broche de oro para Septiembre 75 (nombre del chat, fecha de nuestra primera toma de posesión).

Gran Notario, gran Registrador, gran Preparador, gran Jurista, gran Amigo.

Sin su ayuda y sus conocimientos muchas de mis escrituras hubieran salido peor o no huberan salido.

Mi modesto homenaje aquí y mi deseo de que esta nueva etapa sea para Ana y para él Muy Feliz”.

En estos párrafos se resume mi posición sobre Alfonso, pero en esta utilísima y querida web me han encargado un breve recuerdo de su trayectoria notarial y aquí la dejo, obviamente desde la amistad.

Ingresamos en el Notariado los dos, como ya se ha apuntado antes, en la Oposición de 1975, en la que Alfonso fue el notario más joven de España en ese momento. Obtuvo la plaza de Cervera del Río Alhama (provincia de Logroño, del entonces Colegio de Burgos).

Duró poco tiempo allí, porque, aprovechando que se sabía bien los temas e impulsado por su incansable espíritu de trabajo, aprobó la inmediata Oposición de Registros.

Aunque teníamos relación desde antes, nuestra amistad se fraguó como consecuencia de la Oposición entre Notarios de 1979. Las preparamos en distintos “grupos” (asombra hoy recordar ese fenómeno de los “grupos”) y ambos nos vimos con plaza de 1ª en la querida y recordada Asturias, yéndose él a Gijón y yo a Avilés. Como todo el mundo sabe, los dos cuernos de la Y asturiana, cuyo punto inferior es Oviedo.

El hecho de que ninguno de los dos hubiera tenido ningún contacto previo con el Principado y la circunstancia de que sus dos hijos y mis dos hijas son exactamente de la misma edad, entonces bebés, propiciaron los encuentros familiares casi todos los fines de semana. Pese a ello, luego no hemos conseguido casarlos entre sí (no sé si esto es correcto desde la óptica feminista; pido perdón, si no lo es).

En Gijón, Alfonso se instaló con Jesús Beamonte, en el despacho que éste tenía en la calle Corrida, que ya era puntero en la Ciudad, pero que con la nueva incorporación mejoró todavía más.

Para no descansar – yo creo que lo del trabajo en este hombre es vicio, más que otra cosa- preparó las siguientes Oposiciones entre Notarios y obtuvo la plaza de Madrid, con el número dos de la misma -tras José Ángel Martínez Sanchiz- en 1983. Aquí ejerció primero en la calle Sagasta y luego en el Paseo de la Castellana.

Durante su ejercicio en Madrid, que es su pueblo, su Notaría llegó a alcanzar gran prestigio. No de gran relumbrón en el sentido de hacer muchísimos números o escrituras espectaculares. O a lo mejor esto último sí (lo primero es fácil de comprobar en el Anuario), pero su discreción no nos ha permitido saberlo. Me refiero a su sólida e importante clientela, basada en quienes aprecian el conocimiento profundo y el rigor en la práctica profesional mas que el mero notario firmante.

En 2004 decidió pasarse a Registros por razones fáciles de entender, etapa que será glosada por otro compañero. Un detalle que merece conocerse es que no quiso hacerlo hasta que tuvo seguridad de que todos sus empleados quedaban colocados.

No quiero dejar de aludir a su colaboración en la labor Corporativa, durante la etapa de José María de Prada en la Junta de Decanos, donde ocupó el puesto de Vicesecretario de la misma, labor oscura pero de gran importancia. El Secretario, Ignacio Solís, tampoco era mala compañía.

Es deber de gratitud por mi parte reiterar aquí que sus opiniones y consejos nos han sido siempre de gran ayuda a cuantos compañeros la hemos necesitado alguna vez. Sólo diré que en mi última Notaría, estando ya él en el Mercantil, cuando mi compañero de despacho y yo teníamos alguna escritura dudosa o complicada, nuestro análisis y discusión del caso terminaba invariablemente de la misma manera: “Hay que llamar a Alfonso”.

Y, pese a que me gustaría decir muchas más cosas de Alfonso Ventoso Escribano, como el coordinador de estas páginas me pide brevedad (las cosas de internet, ya se sabe), me permito hacer precisamente aquí una propuesta. El Premio NyR 2021 ya tiene un candidato.

Pues eso, “Nihil potior in iure”.

Alfonso Ventoso Escribano tras aprobar las oposiciones

JUBILACIÓN DE ALFONSO VENTOSO COMO REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD (Angel Sulleiro, Registrador jubilado).

 Cuando pienso en Alfonso recuerdo siempre una anécdota que contaba Paul Henry Spaak, uno de los padres de la Unión Europea. Escribía Spaak que un Primer Ministro belga anterior a él (van Zeeland) era un hombre extraordinariamente inteligente, quizás el hombre más inteligente que había conocido, y, sin embargo, el Jefe del Estado (que había tratado en numerosas ocasiones con ambos políticos) manifestaba públicamente que prefería hablar con Spaak porque “el señor van Zeeland me deslumbra y el señor Spaak me alumbra”.

Así es Alfonso Ventoso. Una inteligencia que alumbra. Es el tipo de persona que está dotado de una inteligencia iluminadora, es decir, de las que no avasallan para convencer. No es un hombre que se abalance sobre un argumento para triturarlo, ni lo he visto alterarse nunca en un debate, ni adoptar jamás una actitud pontifical. No se impone él, sino que se imponen sus razones. Eso es lo que hace de él una persona dialogante como Notario y como Registrador.

Comenzó su carrera de Registrador en plena Mancha, en Chinchilla de Montearagón y la continuó en Madridejos. Después vino un largo paréntesis como Notario (Gijón y Madrid) y más tarde reanudó su trabajo como Registrador. Lo hizo primero en un Registro de la Propiedad de Madrid, luego como Registrador Mercantil de Madrid y, por último, cerró su carrera en el Registro de Bienes Muebles Central.

A la vista está que, como Registrador, bien podría decir con Don Juan Tenorio que ha recorrido su amor toda la escala social. En efecto, ha ejercido en primer lugar en Registros de la Propiedad. Inicialmente en los dos pueblos citados, donde la integración del personal en la sociedad y el estrecho contacto con el Notario, dan lugar a un ejercicio cercano a las personas y a las cosas; y finalmente en Madrid, que implica un modo más impersonal de hacerlo y, en muchas ocasiones, una titulación más compleja. Ha conocido, pues, dos facetas distintas de la profesión.

De los Registros de la Propiedad pasó al otro gran campo de nuestra actividad, que es el Registro Mercantil, y lo ha ejercido también en Madrid que es, como otros de semejante envergadura, una ventana abierta a la mayor variedad imaginable de documentación compleja y novedosa. Y, por último, pasa al Registro de Bienes Muebles Central que es, por sus especiales características, un Registro bien diferente, si no completamente diferente, de todos los anteriores. En definitiva, todo un recorrido por la profesión. No obstante, aunque los Registros fueron distintos, el desempeño de los mismos fue siempre igual. El propio de un hombre tranquilo, práctico, seguro, profundo y cordial.

Ahora bien, el hecho de que temperamentalmente sea un hombre tranquilo no significa que no tenga una mente inquieta. Porque la tiene. Ahí están su Doctorado en Derecho, sus publicaciones, la dirección de Seminarios, sus conferencias, la preparación de opositores para el dictamen, etc.

No es cosa ahora de referirse con detalle a los libros y a los trabajos publicados, ni siquiera los que son de carácter específicamente registral. Basta decir, no hay más que leerlos, que son rigurosos, con un amplio manejo de la bibliografía y siempre dirigidos a resolver cuestiones prácticas como profesional que ha desarrollado su carrera en íntimo contacto con la vida diaria de la gente.

El Profesor López Jacoiste, Director de su Tesis Doctoral (“La Representación y Disposición de los bienes de los hijos”), describe las cualidades profesionales de Alfonso. En efecto, en el prólogo de su publicación escribe que lo conoció al impartir el curso de Doctorado y comenta: “Ya entonces pude constatar su penetración y perspicacia, su capacidad de matiz, su agudeza para el Derecho”.

En cuanto a sus condiciones personales no voy a decir una sola palabra mía. En su estudio “La Reforma de la tutela”, publicado por Colex en 1985, figura la siguiente dedicatoria: “A mi padre (q. e. p. d.) que dio mucho sin pedir nada”. En esa dedicatoria, Alfonso, sin pretenderlo, se define a sí mismo. Nada puede añadirse.

Ahora que está recién jubilado le dará a su vida un nuevo rumbo. Sea el que fuere, es seguro que será tan ejemplar como lo ha sido hasta ahora.

Decía Cicerón respecto de la amistad que, a excepción de la sabiduría, “nada mejor le ha sido dado al hombre por los dioses inmortales”. Yo debo agradecer a esos dioses la amistad de Alfonso Ventoso.

Promoción Notarías 1975

ALFONSO VENTOSO PREPARADOR DEL DICTAMEN DE NOTARÍAS

“Gracias a él muchos lo vimos” (David Hurtado Cañas y Carlos Pérez Ramos, notarios de La Carlota y Madrid).

Muchos hemos sido los alumnos de Alfonso Ventoso -fue preparador del dictamen de notarías durante más de una década- y en muchos de nosotros ha dejado huella.

Como preparador era brillante, jurista íntegro y sin aristas, y sobre todo comprensivo. Su principal virtud como maestro era que te enseñaba a pensar, a razonar jurídicamente y lo que es más importante a tener confianza en tus posibilidades.

El dictamen es el ejercicio más bonito, creativo y jurídicamente más intenso de la Oposición de notarías pero también puede ser el más difícil.

No podemos olvidar que la preparación del dictamen implica una ruptura. Una ruptura con la forma de estudiar, puesto que no se puede empezar a preparar dictámenes sin tener unos mínimos conocimientos teóricos, por lo que cuando se comienza a preparar el opositor ya lleva tiempo estudiando los temas, por lo que la preparación del dictamen implica romper con la forma de estudiar, que hasta ese momento consistía fundamentalmente en retener unos conocimientos, pero además con la costumbre de estudiar en soledad, porque uno se enfrenta a los temas en soledad pero el dictamen se prepara -y así lo era con Alfonso- en grupo. Todo ello genera cierta ansiedad que se traduce en la temida inseguridad. El opositor pasa de moverse en un medio ingrato y duro pero conocido, como es el estudio de los temas, a un terreno totalmente desconocido, en el que además estás acompañado de otros opositores lo que aunque implica compartir sufrimientos con otros compañeros también supone enfrentarse a la realidad de tus propias limitaciones, acrecentadas con la manía tan perniciosa de considerar que todo lo que hace uno lo hace mal y lo que hacen el resto de los compañeros del grupo lo hacen bien, de forma que el argumento que en boca propia parece vulgar y repetitivo se convierte en boca ajena en brillante y original…

Pues bien, la auténtica especialidad de Alfonso Ventoso era enseñarnos a superar esa inseguridad, darnos la confianza para recordar los conocimientos teóricos y aplicarlos sin miedo al problema jurídico que se planteaba. En definitiva, a enseñarnos a pensar y a sacar a la luz todas nuestras potencialidades.

Para conseguirlo Alfonso Ventoso se ganó con nosotros un lugar en el cielo de los pacientes, puesto que jamás le vimos corregir con dureza a un opositor, ni ridiculizarle -aunque fuera inconscientemente- siempre intentaba animar al opositor, y se preocupaba de que fuera el mismo el que se diera cuenta de su error era mítica la frase de Alfonso ante cualquier barbaridad jurídica que todos hemos dicho alguna vez ante él, de “yo no lo veo…”, o “haciendo de abogado del diablo voy a llevarte la contraria…”, para de esta forma conseguir que te percataras por ti mismo de que estabas equivocado -y muchas veces muy equivocado-. El método era brillante, puesto que nunca te decía directamente que lo defendido era indefendible sino que con cariño te hacía darte cuenta de tu error, aunque no pasaba nada, porque habías entendido que lo defendido era insostenible por lo que nunca lo volverías a decir. Además, cuando al fin veías la luz y te dabas cuenta de que estabas gravemente equivocado, y con cierta vergüenza reconocías tu equivocación él siempre te decía que no pasaba nada, que prefería que fallaras ahora, porque así no fallarías el día del examen.

Sin embargo, ese ejercicio de paciencia exigía mucho tiempo, por lo que eran míticos las maratonianas correcciones de dictamen de Alfonso, que comenzaban a las cinco y a veces acababan a las once de la noche.

A todos Alfonso nos enseñó a pensar y a amar al Derecho, que a partir de ese momento veíamos como algo divertido y apasionante.

Creo que todos los que fuimos alumnos de Alfonso tenemos en común el haber disfrutado de un gran maestro y una gran persona, todos, incluso los pocos que no aprobaron pueden decir que gracias a Alfonso aprendieron Derecho.

Algunos, influidos por él, hemos seguido preparando, para nosotros siempre será nuestro modelo, y sin perjuicio de la influencia enriquecedora de otros preparadores, nuestra aspiración es parecernos a nuestro maestro, Alfonso Ventoso.

Entrevista a Alfonso Ventoso por Justito el Notario      

Alfonso Ventoso Escribano en la notaría

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Nuestros lectores opinan

  1. Admin Autor

    Aunque no lo conozco desde hace mucho tiempo, Alfonso Ventoso se hace notar por su calidez, sentido del humor y un fino olfato jurídico, que se nutre de unos profundos conocimientos, a los que puedes acudir, como un depósito de saber, con toda confianza y seguridad.
    Seguramente valdría para cualquier empleo jurídico, ya que en todos los desempeños, incluyendo el de publicista, lo ha hecho con soltura, profundidad y pedagogía. En otras facetas más mundanas y a pie de obra, ha demostrado sensatez, buen talante y disposición a la ayuda. Tengo la suerte de tenerlo cerca, aunque le prometo que no abusaré de consultas urgentes o intempestivas. Solo le deseo una feliz etapa postjubilación, disfrutando de la familia, los amigos y sus aficiones, entre las que está, como espejo de juristas prácticos, el Derecho.
    Un abrazo y enhorabuena, Alfonso.
    Ignacio Carpio González, Notario de Alcobendas (Madrid).

  2. Admin Autor

    Querido Alfonso:
    Enhorabuena por la jubilación, que espero disfrutes como mereces, aunque estoy seguro que no abandonarás tu pasión por el Derecho.
    Echaré de menos cuando nos encontrábamos camino del despacho y compartíamos viaje.
    Como somos vecinos de barrio, seguro que seguimos viéndonos y coincidiendo.
    Un fuerte abrazo,
    Jesús Ortega

  3. Admin Autor

    Enviado por Lucas Braqueais Conesa:
    Como Alfonso está tan joven de espíritu y de aspecto, choca leer el titular de su jubilación. Para quienes hemos sido sus alumnos (y creo que para todo el que ha tenido la suerte de tratarlo) ha sido una bendición, un auténtico regalo. Su generosidad con nosotros como preparador de dictámenes no tuvo límite: de tiempo, de dedicación, de paciencia, de comprensión, de cariño. Inculcó en nosotros el hábito de estudiar con ilusión y rigor los problemas prácticos que el ejercicio profesional nos plantearía y creo que muchos, al enfrentarnos a ellos, pensamos:”¿cómo lo haría Alfonso?” Nosotros, sin duda, mucho peor, porque él tiene una clarividencia especial para los problemas jurídicos (y también -porque van muchas veces ligados- para los humanos). A Alfonso, como madridista, le hará gracia saber que ese hacer hacer fácil lo difícil y ver tan claro siempre motivó que entre sus alumnos futboleros de 2003 y 2004 comentáramos con frecuencia: “es como Ronaldo (Nazario)”. Muchas gracias, Alfonso, y es una candidatura estupenda para el premio NyR.

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