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España, un país de cuentos: el de “España nos roba” y otros más

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

 

 “Hemos analizado datos de 56 países que incluían distintos sistemas políticos y distintos niveles de desarrollo económico. Hemos visto…que, allí donde mejor informados están los ciudadanos, mejor actúan los políticos y mejor va la economía” (A.Bonfiglioli y G. Gancia).

Uno de nuestros “proveedores de ideas de toda la vida”, Manuel Conthe, en un reciente artículo publicado en Expansión, el 1 de marzo pasado, “El dilema de Sánchez”, incluía dos afirmaciones que habían tenido una enorme difusión y lo peor, una gran influencia social, basados en fundamentos inexactos.

Una de ellas es la del mito de” los recortes salvajes” desentrañado por tres grandes economistas españoles, Ángel de la Fuente, Javier Andrés y Rafael Domenech en sus “Notas para una política fiscal en la salida de la crisis” (FEDEA).

“La historia reciente de las cuentas públicas españolas se parece muy poco a la que se suele contar si se analiza la evolución del gasto público desde 2.003, en nuestro análisis, en vez de “tremendos recortes que llegan ya hasta el hueso del Estado del Bienestar”, lo que vemos es más bien un extraordinario aumento del gasto hasta 2.009 que solo se ha revertido en parte desde entonces. Que, tras estos años difíciles, en los que la renta per cápita ha caído un 8’8%, el gasto público per cápita sea similar en términos reales al que teníamos en 2.007, significa que nuestros servicios públicos han contado con los medios para resistir la crisis mejor de lo que habitualmente se dice”

La otra es la del “expolio fiscal” de los 16.000 millones de euros de Cataluña por la Hacienda española, contestada por Josep Borrell y Joan Llorach en su libro “Las cuentas y los cuentos de la independencia”.” El pretendido expolio…nos sale entre 2.000 y 3.000 millones de euros. El conseller Mas-Colell, la persona más seria y reconocida internacionalmente, dice que la independencia aportaría a Cataluña un ligero excedente fiscal, que cifra entre 2.000 y 3.000 millones” (Borrell)

De todas maneras y en nuestra opinión, el tema de las balanzas fiscales ha estado absorbiendo una cantidad de energías y creando una serie de reacciones en nuestra sociedad absolutamente injustificadas, ya que derivan de un error mayúsculo.

Uno de los principios básicos para el buen funcionamiento de las democracias modernas es el de la solidaridad entre los ciudadanos en la financiación del Estado del bienestar.

La contribución social suele ser discriminatoria aportando más recursos los que generan más ingresos. Con ello se consigue fortalecer el clima social ya que, el mecanismo de distribución de renta, hace que el nivel de insatisfacción producido por el funcionamiento del mercado quede corregido.

En este momento, costaría encontrar a alguien y especialmente, entre los grupos que se llaman de izquierdas que estuviera en desacuerdo con este proceso, es más, para estos últimos es una reivindicación constante el que sea más progresiva la participación de los más ricos.

Y este principio de solidaridad se considera como uno de los hitos fundamentales de nuestra democracia, habiéndose materializado desde su inicio en una tarifa progresiva en nuestro impuesto sobre la renta de las personas físicas y luego se ha extendido a las autonomías. Y, gracias a que este principio está profundamente arraigado en la Unión Europea, nos hemos podido beneficiar del régimen de ayudas que hemos estado recibiendo desde nuestra incorporación

Una muestra de este espíritu de solidaridad, fue la aprobación por el BUNDESTAG, el 19 de julio de 2012, de la contribución alemana, con cerca de 30.000 millones de euros, a la recapitalización del sistema bancario español, por un importe total de 100.000 millones de euros. A pesar de estar en período de vacaciones, al pleno extraordinario asistieron 583 diputados de los 620 escaños, siendo aprobada por 473 votos a favor ya que se sumaron al grupo del gobierno, la oposición socialdemócrata y los verdes (con 97 votos en contra).

Asentado este principio, el sistema distributivo consiste en que los más pobres (ciudadanos, autonomías y países) de la Unión perciben de los más ricos una aportación para consolidar un clima de convivencia pacífica y satisfacción social, al asegurar la financiación de las prestaciones básicas de los ciudadanos.

Si los medios de información de cada país de la Unión Europea, estuvieran todo el día machacando a la población de que la culpa de sus dificultades y de las insuficiencias sociales era sólo responsabilidad de sus vecinos, los días de la institución estarían contados y los problemas futuros entre países no serían sólo de naturaleza política ni económica.

¿No fue una de las principales justificaciones del proceso de integración comunitario el evitar los dramáticos conflictos entre los países europeos?

Por lo tanto, son los pobres los que se benefician. El introducir a España como principal apropiante (ESPAÑA nos roba) en una de las versiones del proceso de solidaridad, la autonómica, es un error tan injustificable y absurdo que, si lo corregimos y ponemos los nombres de los auténticos beneficiarios, las autonomías con menor nivel de renta, se llevaría por delante la credibilidad no sólo de los que están insistiendo en esta falsificación sino también de todas las fuerzas políticas, sociales y sindicales que hicieron de la solidaridad una de sus principales banderas de progreso y que actualmente han desatendido y hasta despreciado su defensa.

¿Quién es capaz de denunciar que, a través del proceso de redistribución de renta, los pobres (ciudadanos, autonomías o países) roban a los ricos? ¿Será el principio de solidaridad universal otro de los excluidos de las organizaciones progresistas? ¿Es que ya no quedan partidos de izquierda en las autonomías?

De otro cuento, el de que España nunca había tenido tanta corrupción como ahora, nos ocupamos en un artículo anterior ¿Por qué cuando había tanta corrupción en España, la gente no lo percibía?”. Intentábamos aclarar el misterio de si la corrupción era solo de los políticos por qué cuando era muy superior a la actual y conocida por todo el mundo, los medios y el resto de sociedad no la denunciaron.

Pero uno de los más peligrosos fue el del origen exterior e imprevisible de nuestra crisis que tantos efectos negativos provocó en la gestión pública y en la multiplicación de sus efectos. Esto no coincide con nuestra interpretación de la crisis basada en los datos objetivos de la economía.

En el primer artículo de 28 de mayo de 2.008 (antes de la crisis financiera de finales de este año), incluido en nuestro libro “¿CUANDO SALDREMOS DE LA CRISIS?”, hicimos la siguiente precisión: “En el año 2006 comenzó la recesión en el mercado inmobiliario. En los índices de los registradores las compraventas se redujeron en ese año un 7’2%. A partir de entonces esta se fue agravando progresivamente.”

El 24 de abril de 2.007, “el martes negro,” ante la caída de la Bolsa y en especial de las constructoras encabezadas por ASTROC (FADESA, SACYR, URBIS INMOCARAL…), la prensa internacional ya destacaba el final de nuestro proceso especulativo.

“Es decir, antes de la crisis inmobiliaria de E.E.U.U. (agosto 2.007) teníamos una crisis propia que se ocultó, por ignorancia o interés, por gran parte de nuestros medios de información general…. Si no fuera así ¿por qué a finales del 2007 habían cerrado la mitad de agencias inmobiliarias? ¿No sería porque llevaban 2 años con una gran reducción de ventas y no por los 3 o 4 meses anteriores, desde la crisis en E.E.U.U.?”

Sin embargo, en el mismo 2007, el porcentaje de ciudadanos que creía que la situación económica era buena, alcanzó un 65% y llegó a 83 puntos sobre 100 la puntuación sobre nuestra autoestima (cuando debíamos todo lo que comprábamos) y en el 2013, cuando con un enorme esfuerzo, comenzamos a salir de la crisis con el reconocimiento y el respeto de los mismos medios, agencias, organizaciones internacionales que nos criticaban en 2007, el porcentaje anterior había descendido del 65 al 4% y el de nuestra valoración, ahora, a 53 puntos. (BIERIE) Por contra en 2014, en cuanto a su valoración exterior, España ocupaba el puesto 16 con 64 puntos (Country Rep Trak 2014) o 6’9 sobre 10 en BIE (Instituto Elcano).

Algo debe fallar en nuestro sistema educativo, en la calidad de nuestros medios de información y, en definitiva, en nuestra sociedad, para explicar semejante error de diagnóstico, que, por cierto, llevó a la ruina y a la desesperación a tantas familias ¿Cuantos desahucios se hubieran evitado si el consumidor hubiera contado con una mejor información económica?

También, como en la corrupción, hubo una gran diferencia entre la percepción social de la crisis y los datos objetivos de la economía.

Nuestro problema no es que produzcamos tantos cuentos, sino que, siendo tan inexactos y/o falsos, tengan tanta aceptación social y que, a pesar de provenir de reconocidos cuentistas, continuemos haciéndoles caso.

DANIEL IBORRA FORT

 

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Castilla de Pallejà (Barcelona)

Castilla de Pallejà (Barcelona)

 

 

 

 

Dicen que no sabemos de economía ni de política, sólo de fútbol.

 

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

 

En el periódico El Mundo del día 17 de diciembre de 2015, Daniel J. Ollero se hacía eco de un trabajo del grupo Kantar en el que se evidenciaba una significativa incomprensión de la ciudadanía sobre cuestiones claves del sistema electoral.

Pero más grave es lo que denunciaba el catedrático Fermín Bouza sobre el desconocimiento de los programas de los partidos políticos “La gente no sabe, ignora los programas políticos y económicos y muchas veces, ni siquiera los entiende porque es ignorante en economía y en otras cuestiones”

En esto coincide el catedrático, Santiago Carbó en el artículo que publicó en El País, el 6 de octubre de 2.015 “La formación en finanzas”, en el que también denuncia nuestra deficiente educación financiera “ El último informe PISA sobre este tema, situaba a España en el último lugar de los países considerados de la OCDE, en cuanto a disponibilidad de este tipo de aprendizaje en el aula y todo ello “cuando la educación financiera es una poderosa arma de conocimiento para una mejor organización personal y para una mayor consideración y participación crítica en el futuro propio y del país”.

Pero esto no pasa en el tema del fútbol en el que, habitualmente, demostramos unos conocimientos y una inteligencia, superiores.

Como lo podemos comprobar con los siguientes ejemplos:

Si en las elecciones a presidir un club modesto (como nuestro país), se presentan varios aspirantes y alguno de ellos se le ocurre prometer que, si sale elegido, al final de la Liga y con el mismo presupuesto, equipo y entrenador acabará con los mismos puntos que el Barça y el Madrid, muy pocos le votarían y seguramente, sería denunciado e increpado por estafar y despreciar la inteligencia de los aficionados.

Pero, en política, cualquiera asegura que, si triunfa, tendremos el mismo paro que Dinamarca, los mismos servicios y pensiones que los suecos o el mismo nivel de vida que los alemanes y la gente se lo cree, aunque nunca haya desempeñado ninguna gestión seria, ni se plantee (entre otras cosas porque ni las conoce) aplicar las reformas estructurales que han llevado a estos países a semejantes cotas de éxito ni nos justifique cómo lo pagaremos.

Vamos a tomarnos en serio la oferta de tener un paro como Dinamarca. De un trabajo mío sobre el tema recojo el siguiente texto “El cambio se produjo con las reformas laborales de 1994 y 1996, intentando ligar la flexibilidad a la seguridad, “FLEXISEGURIDAD”. Hasta entonces, la tasa de paro en Dinamarca estaba por encima de la media de la OCDE (12’5% en diciembre de 1993) y con las reformas, fue descendiendo hasta el 1’7% a mediados del 2.008.

Para despedir a un trabajador, el empresario no tiene que pagar ningún tipo de compensación. Tiene que avisar al empleado con tres meses de antelación. Una vez despedido, el trabajador tiene un elevado nivel de prestaciones públicas que puede durar hasta un máximo de 2 años, pero con condiciones.

El Estado invierte en formación continua, lo que permite que su preparación técnica sea el fundamento de su seguridad laboral. Los desempleados que rechacen injustificadamente más de 2 ofertas en un año pierden el derecho a percibir el paro. Esto hace que dos tercios del total de desocupados encuentren un nuevo trabajo sólo tres meses de haber perdido el anterior, al eliminar el miedo del empresario a la contratación (NYR 5-6-2013)”.

Los políticos que, a nivel nacional y en Cataluña, aseguran que si les encomendamos la gestión pública tendremos el mismo nivel de paro que Dinamarca, ¿aprobarán la FLEXISEGURIDAD que es tan contradictoria con sus programas o están tomándole el pelo a la ciudadanía aprovechándose de su desconocimiento en esta materia? ¿No se trata del mismo fraude que en los productos financieros que tanto criticaban? Seguimos pensando que la política debe ser la única actividad humana que no están penalizados correctamente el fraude y la incompetencia.

Si, en las mismas elecciones, algún candidato asevera que si le votamos adoptará el sistema de trabajo, fichará al entrenador y a una plantilla que están entre los últimos de la liga por su falta de intensidad y preparación, el cachondeo sería universal. Sin embargo, si se presentan a elecciones partidarios de sistemas cuyos países están en los últimos lugares en cuanto a nivel de vida y libertad y en lo más alto en corrupción, un montón de gente les vota.

Si durante el transcurso de un partido del Barça, en un momento complicado, su entrenador decide sustituir a Neymar o Suárez por un familiar de un alto cargo público, a pesar de su carisma y representación social, habría tal escándalo que, seguramente, el relevo no se produciría. Sin embargo, la gente que comprende que un familiar, sin ninguna calidad ni competencia reconocida, no puede ocupar un puesto entre un conjunto que borda la excelencia, no reacciona igual cuando a otro amigo o familiar le nombran para dirigir una Caja de Ahorros, un Hospital o cualquier Entidad Pública, sin ningún tipo de preparación. Mientras se da cuenta, inmediatamente, que la incompetencia de un jugador puede ser letal para un equipo de fútbol, la de un político cuyas decisiones le perjudican en una parte fundamental de su vida, le cuesta entenderlo.

Si es tan importante la oratoria (ZP ganaba todos los debates sobre el estado de la nación), el carisma o el aspecto ¿por qué le dan tantos balones de oro a Messi? . Tal vez, porque en el fútbol se valoran aspectos más fundamentales.

Si un equipo decide fichar a un jugador, no pasarán 24 horas que toda la masa de aficionados tendrá un curriculum de toda su vida deportiva, de los equipos que ha jugado, de los goles que ha metido, si el precio que se va a pagar es correcto y si hay alternativas mejores y hasta si es un jugador adecuado para el conjunto, sin embargo ¿cuántos ciudadanos conocen el curriculum de los que han votado, su preparación y si servirá para el puesto público que se le ha encomendado?

Y finalmente, cómo nos gustaría a los que somos seguidores de equipos modestos el que ficháramos a un entrenador como Simeone que ha logrado hacer un equipo competitivo con los grandes, sin sus enormes presupuestos, a base de esfuerzo y preparación.

 Si os fijáis, nuestro comportamiento en el fútbol coincide con las normas de funcionamiento de la economía que hemos venido repitiendo:

“No son de las promesas de los políticos (ejm. estaremos en la Champions) sino de la calidad del equipo productivo (y su éxito de productos en el mercado), de lo que depende el nivel de renta de la población, la remuneración, la seguridad y la cantidad del empleo, la financiación de los servicios públicos y las prestaciones sociales y, en definitiva, la calidad del Estado del bienestar (como los puntos y los puestos de la clasificación).

¿Cuándo aprenderemos, de una vez, que el destino económico de una empresa y el futuro de sus trabajadores y socios no dependen del reparto de poder entre sus directivos, de que estén más satisfechos porque obtengan más autonomía e ingresos, sino de la calidad de su producción?

Un país no puede ser eficiente si sus dirigentes no lo son.

El problema del político no es lo que cobra sino el daño que hace a la sociedad cuando es un incompetente.

Este país no cambiará hasta que a los niños se les explique, desde la cuna, el que, si queremos tener el nivel de vida y servicios públicos de los alemanes o suecos, tendremos que estudiar y trabajar como ellos.

España es como un agricultor, inicialmente elaborador de productos de poco precio pero que, sorprendentemente, va haciendo cada vez mejor y con mayor éxito internacional, un mayor tipo de actividades económicas más complejas y de mayor valor. Y un agricultor no es un señor que los fines de semana se va a Londres o Paris a comprar ropa, va en un Audi y acostumbra a pasar sus vacaciones en playas de moda o cruceros de lujo. El día que hagamos productos de mayor valor añadido seremos más ricos, tendremos empleo de más calidad y podremos devolver antes lo que debemos y vivir mejor.

No es que éramos ricos, es que nos prestaban dinero como si fuéramos y como si lo pudiéramos devolver.

La pereza es el camino más corto al fracaso ……”.

Y, en cuanto a la política, si la democracia es un instrumento ideal, la calidad de la música dependerá de la destreza del intérprete. Y esta de su preparación, dedicación, inteligencia e interés. Nuestra preocupación por mejorar el sistema democrático no debería hacernos olvidar que de “nada sirve un Stradivarius para el que apenas sabe tocar”.

En fin, que los votantes españoles tenemos un largo camino para alcanzar un nivel de competencia que nos saque de los últimos lugares, pero pienso que nos ayudaría enormemente, el que tuviéramos para la política la misma inteligencia que desplegamos en el fútbol. Tal vez, porque le dedicamos muchas horas, nos interesa más, le prestamos una mayor atención y también, porque tenemos una mejor información.

 

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Iglesia de San Bartolomé en Sitges (Barcelona). Por Jorge Franganillo.