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La sostenibilidad del Estado y el régimen autonómico.

LA SOSTENIBILIDAD DEL ESTADO Y EL RÉGIMEN AUTONÓMICO

DANIEL IBORRA FORT, NOTARIO

ARTÍCULO DE OPINIÓN

 

El régimen autonómico, con el ingreso en la Unión Europea, debería haberse adaptado a ella.

Es, por lo tanto. responsabilidad actual de los ciudadanos y los políticos.

El problema es la insostenibilidad del Estado que nos llevará a un ajuste enorme del gasto público.

Mientras los grandes países europeos pasaban a convertirse en una especie de provincias de un nuevo Estado, para asegurar el futuro económico y social de sus pueblos, nuestro país continuó un proceso contradictorio con las obligaciones que habíamos asumido como socios de un proceso de integración política y económica. Y generó, en paralelo a la creación de nuevos órganos y funciones supranacionales con sus costes correspondientes, una estructura territorial inadecuada e inviable.

Si la reducida dimensión de los grandes Estados era una rémora para el futuro de sus ciudadanos, ¿cómo iba a llevar a la misma meta la fragmentación nuestra? Alguien estaba errando. ¿Quiénes tendrían razón, los dirigentes democráticos de las naciones de mayor progreso de Europa que habían sacrificado su soberanía y sus atribuciones o nuestros políticos interiores que intentaban ampliarlas?

El sistema autonómico. que si se reconvierte nos parece tan fundamental como el resto de administraciones, tal como evolucionó, sin orden ni control, se ha acabado convirtiendo en un sistema obsoleto, ineficiente y ruinoso para los ciudadanos. Nuestros grandes economistas nos lo han avisado repetidamente, como por ejemplo:

Tamames: “Hemos creado una compartimentación de mercado, de manera que hay 17 mercadillos, sistemas sanitarios… Nos hemos pasado de rosca con el Estado de las autonomías. No significa que haya de suprimirlo, sino respetar la idea original, no crear 17 estados dentro del estado español“.

Velarde, sobre las reformas necesarias: “Lo primero es eliminar las trabas administrativas para montar una empresa y unificar el mercado interior español. No es admisible que tengamos 17 legislaciones diferentes. Esta es la gran reforma pendiente de nuestra economía, luego, un gran pacto educativo. Atajar el déficit enorme de las administraciones públicas, que lastra nuestro crecimiento.”

Y también, en sanidad, vivimos el problema en la pandemia. Miquel Porta, catedrático de epidemiología de la UAB. “Nos cuesta vidas que haya 17 autonomías que son como 17 estados enfrentados y que, haya también 27 estados europeos también descoordinados”.

Dada la insostenibilidad del estado, el ajuste del gasto público más intenso y próximo de lo que pensamos, nos obligará a un nuevo modelo »sostenible», diferente al que actualmente tenemos. Entonces tendremos que volver a la obligación que nos comprometimos y no debimos abandonar, ajustar nuestro régimen autonómico a las funciones que tendrán las autonomías después del proceso de unificación.

 

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Acueducto Pont del Diable, cerca de Tarragona. Por Joanlm

 

Sobre la sostenibilidad del estado del bienestar.

SOBRE LA SOSTENIBILIDAD DEL ESTADO DEL BIENESTAR

DANIEL IBORRA FORT, NOTARIO

ARTÍCULO DE OPINIÓN

 

La clave para que el estado del bienestar sea sostenible es que los recursos públicos estén bien gestionados. La incompetencia y el despilfarro tienen un enorme coste social y financiero.

Una ciudadanía con experiencia política, como la de los países de democracia plena, hace años que tiene clara la diferencia entre la financiación del estado del bienestar, mejorando los servicios públicos y las prestaciones sociales y la de un estado clientelar.

El estado clientelar es el estado del bienestar para unos pocos, la clase política dirigente y sus apoyos y el sector cultural, intelectual y mediático que comparten, con ellos, el banquete de los ingresos públicos. La manera que un estado clientelar se convierta en un estado del bienestar es que los contribuyentes eliminen a los intermediarios que utilizan los recursos públicos para su beneficio electoral y/o personal y por ello, los políticos lo temen y gestionan mejor los recursos.

El problema es que nuestro estado es insostenible y durante este período, su deficiente gestión, nos llevará a una gran crisis económica sobre todos, de cualquier ideología, edad o sexo.

Sánchez ha agravado el problema por su política económica dirigida más a engrandecer el estado clientelar en su propio beneficio que a ampliar la dimensión y competitividad del sector productivo del que depende la renta y el trabajo de los ciudadanos, la inflación y hacer sostenible el estado del bienestar y el sistema de pensiones.

El catedrático de economía aplicada, José Luis García Delgado, nos avisó, en la entrevista en El Mundo del 25 de enero de 2021, sobre la “gobernanza de Sánchez y sus efectos”: “La prioridad no ha sido la gestión, sino elaborar eslóganes y cuidar la imagen. Administremos con rigor lo recaudado. Hay un amplio margen para la mejora de la gestión que puede proporcionar tantos o más ingresos suplementarios al erario que los que se obtendría con las subidas establecidas”.

Sobre los 140.000 millones de euros: “no se trata de dinero a fondo perdido, con el que regar las redes clientelares. Son recursos condicionados para la reconstrucción y la implementación de proyectos y reformas ambiciosas”….

Hay que tener en cuenta que la actual “tranquilidad social” obedece, principalmente, a que se está cubriendo el exceso de gasto social sobre los ingresos públicos con crédito exterior, pero esto tiene un límite, un coste y un fin, como lo están señalando todos los economistas e instituciones más solventes.

La pérdida de soberanía por otra gran crisis como la de Zapatero, nos obligará a reducir los costes del sistema público.

Es previsible que, cuando llegue la hora del ajuste de gastos y la gente vea cómo se le reduce otra vez su renta y su futuro, la reacción social provoque una época de convulsión política y de cambios importantes.

Cuando llegue este momento, muchos de los que hoy están impasibles o defienden este tipo de política económica tan antisocial, seguramente exclamarán “indignados”: «¡No me digas Pedro que el Estado no puede financiar los costes de los servicios públicos y las prestaciones sociales, porque has utilizado los presupuestos en tu propio beneficio!

 En esta situación, más próxima que lejana, no se lo van a perdonar ni a él ni tampoco, al sector político, informativo e intelectual que le han apoyado.

Todos pasarán a la historia, pero con otra calificación.

 

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Miravet (Tarragona), a la orilla del Ebro. Por Inaeternam.