Anécdotas Notariales 2

Admin, 27/04/2021

ANÉCDOTAS NOTARIALES – 2

(basada en el libro NOTARIO DE GUARDIA y en APORTACIONES DE LOS USUARIOS)

Por Marián Campra y Javier Ronda, periodistas

 

Nota de la Redacción: aunque inicialmente esta sección nace dedicada a anécdotas notariales que se reciban en esta redacción o se envíen a Marián y Javier, si se reciben varias anécdotas registrales o de otras profesiones jurídicas también se incluirán e incluso pueden provocar un cambio de nombre en la sección.

Esta segunda entrega coincide con la PRESENTACIÓN DE LA SEGUNDA EDICIÓN DEL LIBRO

ENVIA ANÉCDOTAS y PARTICIPA EN EL SORTEO ANTE NOTARIO DE DOS LIBROS (para las que lleguen antes del 17 de mayo de 2021) 

 

Viaje por la España notarial

Siempre se ha dicho que eres más serio que un notario, una profesión con el sello de clásica y tradicional.

Pero no es así.

Hemos encontrado de todo en esta singladura notarial española. Notarios jóvenes, notarias de reciente incorporación conectados en red que reflejan una imagen muy moderna de la profesión, notarios más expertos con modernas notarias de ciudad y los más mayores adaptados a las Nuevas Tecnologías.

En Sevilla, nos contaron en plena Feria, donde todo es diversión y alegría, jolgorio y fiesta que a la Caseta del Colegio Notarial, le llaman: “El Santo Entierro”. Quizás no sea para tanto por lo que hemos visto tras recopilar las anécdotas para nuestro libro Notario de Guardia.

Marián Campra y Javier Ronda

 

Tercer divorcio

Cuando formalicé mi tercera escritura de divorcio, resulta que el marido que, literalmente, iba a pasar a mejor vida era un viejo conocido mío por lo que se me ocurrió comentarle esa circunstancia: que se trataba de mi tercer divorcio. Su respuesta no se hizo esperar: “Toma, y el mío”.

Envió la anécdota Luis Plá Rubio, Notario

 

Declaración de amor mortis causa

    La familia de un prestigioso Registrador de la Propiedad,  – entrañable amigo y compañero, y mejor persona -, me encomendó practicar la partición de su herencia.

    El causante había fallecido bajo testamento en el que tras legar a su esposa el usufructo vitalicio del tercio de mejora, instituía herederos a sus hijos por partes iguales.

    Hasta aquí, todo normal. Quizá podría extrañar que, tratándose de un matrimonio bien avenido, el legado a la esposa recayese sólo en el usufructo vitalicio del tercio de mejora, en lugar de extenderse a todo el patrimonio del causante. La razón que lo justificaba es que la legataria era titular de un importante patrimonio privativo con el que, sin ninguna dificultad, podría “vivir en un estado correspondiente a sus circunstancias”. No existía, pues, un ánimo de no favorecer a la esposa.

     La peculiaridad que convierte el hecho en anécdota está en la redacción de la cláusula relativa al  legado,  que literalmente decía así: “Y en prueba del cariño que profeso a mi esposa le lego el usufructo vitalicio del tercio de mejora.”  

    Me permito informar a los no versados en Derecho de Sucesiones que el usufructo vitalicio del tercio de mejora corresponde al cónyuge viudo por disposición de la Ley (artículo 834 del Código Civil), y no por voluntad del esposo-a testador-a. Dicho derecho constituye la legítima del cónyuge supérstite.

    Es evidente, pues,  que esta disposición testamentaria no constituía “per se” la mejor prueba del afecto del testador hacia su esposa. Afortunadamente este cariño era indubitado y notorio para todos los que les conocíamos, aun de no haber existido la prueba de su constancia en  documento público.

    El jocoso “gazapo”, sin duda, obedece a un defectuoso “copia y pega”, o/y a una rancia redacción, propia de la época en que se otorgó el testamento, que databa del año 1966; pero resulta divertido, al menos, que dicha cláusula conste en el  testamento de un experto jurista.  

     Es obvio indicar que omití hacer cualquier comentario sobre el particular a la familia; aunque estoy  seguro de que el interesado, ingenioso y agudo como pocos, hubiese bromeado de buen grado sobre el lapsus.  

Envía Antonio Crespo Monerri, Notario

 

Donde las dan …

    En el curso de una consulta jurídica en un despacho notarial,  el Notario dio respuesta, de forma jocosa, a una pregunta que estimó muy elemental, formulada por un cliente habitual,  diciendo: “Pues a mis cortas luces, opino que …”

    El cliente encajó la ironía, y aparcó en su mente el incidente.

    Meses más tarde, volvió al despacho con un nuevo asunto. Después de desarrollar su tema, y recordando el episodio pasado, no dudó en preguntar al Notario, con cierta sorna: “Sr. Notario, a sus cortas luces, ¿me podría informar cómo resolvería usted la cuestión que le acabo de  plantear?”

Envía Antonio Crespo Monerri, Notario

 

Panal de rica miel

Entre las actas más curiosas que se han podido hacer en zona rural destaca la de una notaria que tuvo que fotografiar unas colmenas de abejas con sus correspondientes placas identificativas, para lo que se tuvo que poner y no le quedaba otra por su bien: el típico traje de apicultor. Por mucho que le decían:

– Señora notaría usted no se preocupe que no le van hacer nada,

La verdad que lo pasó bastante mal, entre las abejas dando vueltas, un calor sofocante de verano, todo ello tomando nota, contando las abejas, las colmenas y haciendo fotos.

Vamos, un documental de National Notary a la española…

 

Actuación a la hora torera

Un señor, requiere al notario, para que vaya a su casa a una hora determinada, en concreto a las 5 de la tarde. Decía que el vecino colindante de su casa había abierto una ventana, a su propio salón. Una ventana situada en lo alto de la pared, y que, tras esa ventana, estaba, un cuarto de baño o retrete, de ese vecino. El afectado manifestó al notario, que debería acudir a las 5 de la tarde, ya que el requerido, exactamente a esa hora, entraba en el cuarto de baño. El objeto del requerimiento, era exigir al vecino, que tapiara inmediatamente la ventana… Y en efecto, el notario, a las 5 de la tarde, llega al salón del requirente, y a esa hora se enciende la luz del cuarto de baño del vecino colindante. Luz que se ve a través de la famosa ventana.

El notario con su cédula de notificación, se sube a una especie de escalera que le deja el requirente, que por cierto desaparece inmediatamente, y una vez ahí, llama a la ventana.

Del otro lado, el requerido, contesta, y pregunta que quien llama.

El notario, le dice, quien es y el objeto del requerimiento.

El requerido le dice, que está terminando de hacer sus necesidades y que espere a que termine.

El notario, espera pacientemente subido en la escalera, a que el requerido, termine su “actuación”. Una vez terminado, el requerido abre la ventana, no para ventilar en esta ocasión, y el notario, le dice, si se puede identificar.

El requerido dice que, en el cuarto de baño, entra sin DNI, el notario como puede a través de la ventana, le entrega la cedula de notificación, y le explica sus derechos. El requerido, coge la cédula subido a su inodoro, ya que la ventana, estaba en lo alto de la pared.      

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Segunda edición del libro «Notario de Guarda», de Javier Ronda y Marián Campra

 

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