Independencia política y solvencia financiera (2/3)

Admin, 07/02/2015

 

Daniel Iborra Fort,

Notario de Vilafranca del Penedès

“El presupuesto debe ser equilibrado, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y las ayudas a los países extranjeros debe ser cercenada para no ir a la bancarrota. La gente debe aprender, nuevamente, a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado” (Cicerón, año 55 antes de Cristo).

 

  1. A) LA GENERACIÓN DE LA INSOLVENCIA

 

El nivel de vida de los pueblos de la Unión Europea, sin soberanía monetaria, depende de su renta y ésta del éxito de su producción en los mercados.

Los pueblos que gastan más de lo que producen necesitan financiación y nadie da préstamos a los que no demuestran que generan ahorro para devolverlos o cuentan con patrimonio para ello ni hace inversiones donde no prevea un beneficio.

Para equilibrar los gastos con los ingresos hay dos vías, ampliar la capacidad productiva que genere rentas para mantener el nivel de vida o esperar que los ajustes del gasto interior lo decidan los prestamistas en el momento de aprobar nuevos préstamos o renovar los anteriores.

Es la calidad de la producción la que determina el nivel de vida de los ciudadanos, el número y la retribución de los trabajadores, asegura el Estado del bienestar y hasta la estabilidad y satisfacción política de la población.

Y por el tipo de producción que tenía, España era como un agricultor, inicialmente elaborador de productos de poco valor pero que, sorprendentemente, va haciendo cada vez mejor y con mayor éxito internacional, un mayor tipo de bienes y actividades complejas y de mayor valor añadido.

Y un agricultor no es un señor que los fines de semana se va a Londres o París, comprando por pares los productos, va en un AUDI o en un BMW y no acostumbra a pasar sus vacaciones en playas de moda o en cruceros de lujo.

Por eso, los prestamistas y las organizaciones y entidades internacionales nos ven, ahora, como gente seria que no pierde el tiempo en protestas como en Grecia ni echa la culpa de lo que le pasa a un enemigo exterior, sino que se ha dedicado a ajustar su nivel de vida y a mejorar su capacidad de producción, lo que le permite cubrir sus gastos y con ello, soñar en que podrá devolver sus deudas.

El día que hagamos productos de mayor valor, seremos más ricos, tendremos trabajo más cualificado y remunerado y podremos devolver antes lo que debemos y vivir mejor.

Sin tener en la sangre estas bases los pueblos están condenados a repetir sus crisis y al riesgo de quedar seducidos por estafadores políticos que aprovechándose de la buena fe de la ciudadanía ofrecen soluciones “sin esfuerzo”  y “ sin acreditar su financiación “ para los problemas sociales, Son como los vendedores de productos tóxicos o fraudulentos que llevaron a la ruina a amplias capas sociales que se dieron cuenta, demasiado tarde, que la inversión, como la política, sólo ofreció beneficios a quien les estafó.

La crisis ha evidenciado la indefensión del consumidor frente a la gestión pública. Es de las pocas actividades que no se juzga la incompetencia como responsable directa de la ruina social. Espero volver sobre el tema próximamente.

 

“No es que éramos ricos, es que nos prestaban dinero como si fuéramos y como si lo pudiéramos devolver”.

 

La situación de insolvencia se desató por las facilidades del sistema financiero en un momento de exceso de liquidez internacional y bajos tipos de interés. Pero comprábamos con préstamos no con renta propia.

Y el dinero no lo empleamos para potenciar y mejorar nuestra capacidad productiva (el sector industrial continuó abandonado) sino, fundamentalmente, se centró en el sector inmobiliario, hasta crear un burbuja explosiva y en mantener un desproporcionado gasto privado y público sin que mereciera la atención de nuestros gestores públicos que al no hacer un diagnóstico adecuado, las decisiones que tomaron fueron catastróficas.

Parecían vivir como si la crisis no existiera. Como ejemplo, todos los sectores públicos continuaron ensanchando sus plantillas de empleados públicos, sus gastos e inversiones, sin freno y a pesar de la reducción de ingresos fiscales. Según un estudio de FUNCAS sobre el empleo público en España, las Administraciones Públicas crearon 244.000 nuevos puestos de trabajo desde el tercer trimestre de 2.007 hasta el mismo período de 2.010 , en el período central de la gran crisis: la Administración Central 59.000, la Autonómica 195.000 y la Municipal, 22.900.

Un gestión solvente y al servicio exclusivo del interés general, hubiera potenciado la capacidad productiva, intentando compensar la previsible reducción del peso de la construcción con una política activa de robustecimiento de los sectores productores de bienes y servicios, con el objeto de que la facturación no se resintiera y continuara manteniendo el nivel de empleo y de protección social y hasta de los ingresos públicos.

Porque, sin ello, tendríamos que afrontar una deuda descomunal con uno de los motores principales del crecimiento y del empleo en liquidación, como ocurrió.

Este deterioro se incrementó por la reducción de liquidez y la incertidumbre que generó la crisis internacional.

Es decir, los factores externos aceleraron y profundizaron un proceso de ajuste que se hubiera producido de todas las maneras.

Por lo tanto, fueron responsables de la actual situación de insolvencia los que no tomaron ni impulsaron  iniciativas para mejorar la competitividad del sector productivo, equilibrar las finanzas públicas, controlar el sobreendeudamiento del sector público y privado, la sobredimensión del sector de la administración y especialmente del autonómico ,  la sobreproducción de viviendas .. que fueron las causas del actual estado de deterioro político, social y económico. Os adjunto este curioso gráfico sobre la evolución de nuestro endeudamiento público del periódico El Mundo, el 15 de agosto de 2014. (1)

 

“Antes de la crisis inmobiliaria de EEUU, España tenía una crisis propia que se ocultó por interés o por ignorancia, por gran parte de los medios de información general hasta que apareció la tradicional excusa exterior (como siempre Estados Unidos) que permitió camuflar la responsabilidad de nuestra gestión económica” ¿ Cuándo saldremos de la crisis”? 28 de mayo de 2.008 NYR)”.

 

Fueron cómplices de esta ruina una gran parte de los medios de comunicación que ocultaron la responsabilidad de los gestores públicos y de amplios sectores culturales y sociales que apoyaron esta gestión.

Y es que, desde el exterior, nuestra economía se observaba con otra perspectiva. Así después del “martes negro”, el 24 de abril de 2.007, ante la caída de la Bolsa y en especial de las constructoras encabezadas por ASTROC (FADESA, SACYR, URBIS, INMOCARAL…), la prensa internacional: Le Fígaro, Financial Times, Corriere Della Sera, The Wall Street Journal, The Daily Telegraph ……ya destacaban el final de nuestro proceso especulativo.

Cuando, en agosto de 2.007, estalló la crisis inmobiliaria de EEUU, que conmocionó a las grandes instituciones internacionales y a los gobiernos de los países más importantes del mundo, apenas afectó al discurso oficial “ los efectos de esta crisis hipotecaria tienen un impacto relativamente pequeño en la economía de España (Solbes 17-8-2007), España está a salvo de la crisis financiera (ZP.21-8-2007) o el modelo económico español es solvente y eficiente (ZP.6-9-07), España está en la Champions de la economía mundial  ( 11-9-07).

Podéis comparar este discurso oficial ejm. “La crisis es una falacia , puro catastrofismo” ( ZP. 14-1-08) con el artículo que unos días más tarde  publicó sobre nosotros The Wall Street Journal el día 4 de febrero de 2.008 y que fue reproducido por el periódico  El Mundo al día siguiente (2).

A finales de agosto de 2.007 las principales agencias internacionales (Moody’s, Standard And Poor’s…) avisaban de los riesgos sobre nuestro futuro económico. En su informe de 23-8-2007, S&P señalaba ya que “España era uno de los países en que los efectos se sentirían más rápidamente.”

Que son los mismos organismos y entidades internacionales y agencias de calificación que ahora nos felicitan por las reformas y sus resultados, sin que tampoco se enteren ni lo valoren estos mismos medios, periodistas y tertulianos, que parece que les disguste que el país salga de sus problemas. De ahí que como subrayó el profesor Joaquim Muns en su artículo publicado en La Vanguardia (“¿Democracia sin demócratas? “el 2 de marzo de 2014) “La actitud de no reconocer ninguna virtud a las reformas que ha realizado el Gobierno encierra una enorme dosis de injusticia de cara al pueblo español…en contra de la opinión generalizada de la comunidad internacional, tanto de los mercados como de nuestros socios y, muy especialmente, la Unión Europea.. Resulta chocante que los elogios desde fuera del país, aunque matizados por la necesidad de proseguir las reformas, sean despreciados por la oposición”. (3)

En nuestro país, los técnicos del Banco de España, avisaron a sus superiores del proceso especulativo que se estaba generando con el riesgo no sólo para el sector de la construcción sino, también, para el financiero, la economía general y las familias españolas.

Y en cuanto a nuestros economistas, me parecen injustas y equivocadas las manifestaciones de crítica generalizada, como una de Gonzalo Bernardos:    “Los economistas hemos fallado porque hemos dicho lo que los políticos querían”. Lo cierto es que los que fallaron fueron los que hicieron caso a este tipo de economistas y una nube de tertulianos y periodistas insolventes, movidos por el interés político o económico y que dieron la espalda a los intereses generales.

De esta época guardo artículos, de los muchos que se publicaron, que nos previnieron de lo que nos iba a pasar en base a parecido diagnóstico y elaborados por economistas con diferentes opiniones políticas.: J. Muns, J. Velarde, Sala i Martin, A. Laborda, R.Pampillon, Lorenzo B.Quirós, A. Pastor…y hasta de personas próximas al Gobierno. Os adjunto el impresionante artículo que Francesc de Carreras publicó en La Vanguardia el 17 de mayo de 2012,” La razón moral del indignado “(4).

 

“La subvención hace mirar al poder en lugar de mirar al mercado” (En TRANSFORMA ESPAÑA”NYR).

 

Hasta que, en 2.011, después de los avisos en mayo de Obama (y del Primer ministro chino) y la carta del BCE de agosto, no se produjo un verdadero cambio de rumbo de la política económica, esta estuvo defendida por gran parte de nuestros medios de información.

El truco consistía en desplazar la responsabilidad de los desastres económicos al exterior con el objeto de ocultar la responsabilidad de los gestores interiores.

A la crisis se la trata como un ciclón o una catástrofe natural de origen externo sobre la que el gestor público protegido no tiene ninguna culpa y lo único que puede hacer es esperar pasivamente que escampe.

La excusa exterior impide que el proceso de ajuste interior se realice con diligencia, ya que, al centrar la responsabilidad en causas ajenas, imposibilita que se corrijan las interiores que están provocando el deterioro general.

Y como el marco general en que se desenvuelve el sector productivo no mejora, tampoco lo hace la competitividad de los productos interiores y, con ello, la solución al paro y al empobrecimiento de los ciudadanos.

Como no se les exige responsabilidad y los problemas se van agravando hay que encontrar temas para entretener al público y ciudadanos o sectores a quien culpabilizar de lo que sucede esperando la reactivación anunciada por personas e instituciones que fueron incapaces de anticipar la crisis…

De ello tenéis una prueba en uno de nuestros primeros artículos en NYR sobre la reforma arancelaria de los notarios y registradores que se había convertido en la única estrategia clara y constante contra la crisis y que recibía una desmesurada atención de los medios (cuando el ajuste no superaba los 100 euros como era el caso de la de agosto de 2008) “Son medidas que no son útiles para resolver la crisis económica pero si para evitar que ésta llegue a sus responsables. Sirven para alimentar las primeras páginas de los medios que, entretenidos en estos temas y otros más truculentos y superfluos, descuidan la atención a lo que realmente preocupa a los clientes.” (2-11-2008).

Y se publica en un momento, en noviembre de 2008, que se aprueba el Plan E que según el Tribunal de Cuentas añadió 12.110 millones de euros a nuestro endeudamiento para ocupar parados durante sólo 3 meses en 56.000 proyectos generalmente sin utilidad social.

Y entretanto, numerosas empresas tuvieron que cerrar ante la falta de liquidez y de recursos financieros.

Su fracaso era tan previsible como la crisis de ahí que anticipamos que “era como si una empresa a la que le va mal el negocio porque sus productos no son competitivos en precio y calidad se le ocurre al gerente pintar el edificio con colores modernos, llenar de plantas el interior, cambiar los muebles y darle a un artista el trabajo para una marca más imaginativa. Inicialmente puede llamar la atención, pero si el mercado continúa recibiendo los productos con la misma calidad y precio, este plan sólo habrá servido para empeorar financieramente la situación de la empresa”

Y, en base a esta mentalidad, se puede decir “sin sonrojo” la siguiente frase que pronunció Fernández Ordóñez, ante el juez Andreu atribuyendo el hundimiento de las Cajas de Ahorro a la recesión padecida por la economía española “un hecho que nadie podía prever”.

Y también explica que esta desinformación haya arraigado en buena parte de nuestra población y en amplios sectores de influencia social. .Este 13-1-2015 pasado, El Confidencial lo atestiguaba con el siguiente artículo de D. Forcada “Los españoles culpan a los Bancos y a los políticos europeos de la crisis económica “.

Nada que ver con lo que vivimos.  La crisis económica nuestra procede de la incompetencia histórica de nuestros dirigentes políticos y la financiera, básicamente, de la extensión de su control político sobre las Cajas.

Esta ruina ha constituido un ejemplo reciente de como acaban las empresas cuando son gestionadas por gestores no profesionales y sólo la gran manipulación informativa justifica que haya partidos que promuevan la extensión de esta gestión a otros sectores económicos.

Como expusimos en el artículo sobre la quiebra de las Cajas (¿Tendremos, otra vez, un sector de Cajas de Ahorro solventes? NYR).

“Si, por ejemplo cogemos una de las grandes empresas del IBEX y cambiamos su Consejo de Administración, “abriéndole a la sociedad” o  “incrementando la democratización social de las compañías capitalistas” y lo llenamos de representantes sociales de gran repercusión mediática: consumidores, ONG, Cruz Roja, representantes sociales de religiones diversas y de estratos culturales políticos  o sindicales, seguramente nos ahorraremos, de momento, los escandalosos sueldos a los consejeros que hemos venido conociendo (en las Cajas y para todos los partidos y grupos sociales, económicos y sindicales), pero dudo que no acabara en la ruina” Y es que una cosa es ser “ buena o simpática gente” y otra  un buen gestor.

Y esto lo tenemos claro en nuestra vida privada en la que difícilmente confiamos una importante intervención  quirúrgica, la construcción de nuestra casa o un complejo servicio profesional a gente cuyo principal mérito es “ que cae bien”. .

Ante semejante desinformación echamos de menos una autocrítica en nuestros medios que participaron en ella, como relataba García Montalvo “ en E.E.U.U. a los opinadores que en 2.005 hablaban de círculo virtuoso y de que el Dow Jones llegaría a los 36.000 puntos, los han eliminado .En España , esta gente que en el 2.006 decía que todo era perfecto, hoy explica como salir de la crisis”¡Cuantos dramas personales y familiares se hubieran evitado entre su clientela con una información honesta y con un mínimo de rigor!

Si eran medios de información… ¿Por qué no informaron a sus seguidores de los riesgos, para evitar que la crisis les afectara tan gravemente? ¿Cuántas portadas y textos dedicaron a la incompetencia de la gestión económica, a la ruina que iba a provocar el estallido del boom inmobiliario, a la sobre valoración de los inmuebles, al irresponsable crecimiento del gasto público y de las inversiones inútiles y a las decisiones económicas puramente electoralistas o a la falta de reformas que mejoraran la competitividad de la economía? ¿Y cuantos a los trajes, los viajes y gastos menores de los políticos (y no de todos), a personajes y temas triviales y a la denuncia selectiva de la corrupción (la de los otros)?

Y ante la gran diferencia entre lo que publicaban y lo que informaban medios tan alejados geográficamente ¿Qué les impedía contar la verdad de lo que estaba pasando?

 

VILAFRANCA DEL PENEDES 29 DE ENERO DE 2015

DANIEL IBORRA FORT NOTARIO Y ANALISTA DE INVERSIONES

 

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